La fascinación contemporánea por los sistemas computacionales avanzados suele chocar de frente con una realidad mucho más prosaica: la capacidad de procesar información no equivale a la sabiduría necesaria para aplicarla. Durante los últimos años, hemos sido testigos de un despliegue tecnológico sin precedentes, donde algoritmos generativos han demostrado habilidades sorprendentes para escribir poesía, programar…

