La humanidad ha observado con una mezcla de fascinación colectiva y vértigo existencial cómo los sistemas de inteligencia artificial generativa pasaban de ser meras curiosidades de laboratorio a convertirse en oráculos digitales capaces de aprobar exámenes de abogacía con honores, escribir sonetos emulando el estilo del Siglo de Oro o depurar código informático complejo en…

