En seis meses, un país del tamaño de un continente duplicó la cantidad de personas que utilizan herramientas de texto, imagen y voz basadas en modelos de generación. La cifra impresiona por sí sola: 515 millones de usuarios activos a junio de 2025, lo que equivale a una penetración del 36,5 por ciento entre quienes navegan en la red local. El dato, publicado por el Centro de Información de la Red de Internet de China, no es una foto aislada. Sugiere la consolidación de un ecosistema propio, con plataformas que crecen en paralelo a las occidentales, regulaciones que moldean la oferta y un público que confía y adopta a una velocidad inusual. En una economía que convive con desaceleraciones periódicas y reacomodamientos industriales, el salto en el uso de asistentes generativos revela una apuesta por productividad, servicios personalizados y entretenimiento en nuevas capas del mercado.
La expansión se explica, en parte, por la capilaridad del entorno móvil. Las superapps actúan como pasarelas donde los usuarios encuentran redactores automáticos, resumidores de documentos, motores de búsqueda conversacionales y generadores de imágenes integrados a funciones que ya utilizan todos los días. No hace falta descargar servicios separados ni aprender interfaces específicas. La experiencia aparece como una pestaña más dentro de mensajería, comercio o video corto. En ese flujo, la adopción crece de manera orgánica porque cada novedad llega a cientos de millones de pantallas con un ajuste de interfaz, no con una campaña masiva.
La oferta que alimenta ese hábito tiene nombres propios. Baidu informó que su bot Ernie superó los 200 millones de usuarios en 2024, con un uso intensivo en clientes corporativos y un volumen de tareas diarias que habla de consumo sostenido. Alibaba, por su parte, declaró más de 90 mil empresas que pagan por su familia de modelos Qwen, con presencia en asistentes de celulares, tableros en la nube y automatización de procesos creativos en videojuegos. Ninguno de estos actores domina por completo, pero ambos ilustran cómo las grandes plataformas locales con infraestructura de datos, distribución y pagos pueden convertir mejoras de producto en saltos de escala medibles.
En terreno, la adopción tiene matices. Un gerente de producto en Shenzhen describe, a modo de ejemplo, cómo su equipo integró un redactor de respuestas en el centro de atención al cliente de una marca de electrodomésticos. El tiempo de resolución bajó minutos decisivos y el índice de satisfacción subió lo suficiente para justificar nuevas licencias. En Chengdu, una docente de secundaria cuenta que la dirección escolar habilitó un plan piloto para resumir textos, crear guías de lectura y corregir borradores, con límites claros sobre evaluación y plagio. Son testimonios hipotéticos, pero se apoyan en un patrón que aparece en la investigación de mercado: el público local muestra grados de confianza superiores a los de Estados Unidos, lo que facilita el salto desde la curiosidad al uso cotidiano.
La confianza tiene consecuencias. Cuando un segmento grande del consumo considera que el beneficio supera el riesgo, las empresas aceleran inversiones en licencias, entornos de cómputo y formación de equipos. El dato de los 515 millones se vuelve entonces un indicador de demanda que legitima decisiones de capital. La novedad no es que existan modelos competentes. Lo nuevo es que medio millar de millones de personas los usan con frecuencia suficiente como para influir en la asignación de recursos de bancos, plataformas de comercio y operadores de telecomunicaciones.
Regulación que guía, plataformas que ejecutan
A diferencia de otros mercados, el marco regulatorio chino para herramientas generativas no es un apéndice. Forma parte del diseño. La autorización para servicios públicos exige pasar por filtros previos, controles de contenido y obligaciones de seguridad. Ese esquema puede ralentizar lanzamientos, aunque a la vez ofrece previsibilidad a quienes cumplen y escala a quienes logran adaptar sus productos. En la práctica, el resultado es un jardín cercado donde las plataformas locales compiten con intensidad, sin rivales extranjeros en el frente masivo. La ausencia de actores globales conocidos no contrajo el interés del público. Al contrario, lo canalizó hacia opciones domésticas con tracción sostenida.
El contraste con 2023 y 2024 ayuda a medir el cambio. En aquel momento, las discusiones se centraban en patentes, acceso a chips, costos energéticos y disponibilidad de talento. Esas variables siguen importando, pero el fenómeno de 2025 se apoya menos en promesas y más en uso real. La estadística de 36,5 por ciento de penetración entre internautas no habla de un nicho entusiasta, sino de una herramienta que atraviesa capas demográficas, educación y nivel de ingreso. De acuerdo con la propia comunicación oficial, los grupos jóvenes y con mayor formación adoptan primero, arrastran a su entorno y legitiman el consumo transversal.
Los efectos industriales se multiplican cuando la base de usuarios crece así de rápido. Los operadores de nube amplían centros de datos y mejoran redes internas de aceleradores. Los proveedores de software ofrecen catálogos prearmados con redacción en lenguaje natural para finanzas, salud privada y logística. Las telcos preparan planes comerciales que incluyen acceso a asistentes integrados en la cuenta del cliente. La pieza más difícil, el costo de cómputo, se gestiona con una mezcla de optimización de modelos, programación de cargas y, allí donde corresponde, acuerdos de capacidad con proveedores de hardware. El resultado es un ecosistema que, aunque enfrenta restricciones, logra sostener la escala con ingeniería y contratos.
El consumo individual también deja huellas medibles. En comercio electrónico, los motores conversacionales reducen fricciones de búsqueda, sugieren combinaciones de productos y resuelven dudas que antes requerían un operador. En banca minorista, los asistentes ayudan a ordenar gastos, revisar suscripciones y simular metas de ahorro. En videojuegos y entretenimiento, la generación de personajes y misiones personalizadas ofrece variedad sin gastar semanas de desarrollo. Ninguna de estas funciones es inédita en el mundo, aunque en China se benefician de dos vectores: distribución algorítmica y una cultura de superapps que concentra atención y transacciones en pocas ventanillas.
Qué cambia en el tablero global
La cifra de 515 millones, por sí sola, reubica el mapa de la competencia. China no solo adopta. Crea una masa de usuarios que exige productos localizados, interfaces en su idioma y servicios pegados a plataformas nativas. Esa base sostiene ingresos, financia experimentación y compensa períodos de menor crecimiento macro. Para las compañías que ambicionan influencia fuera de sus fronteras, una comunidad de esta magnitud sirve como campo de pruebas para mejoras de interacción, moderación y seguridad. El resultado es un eje tecnológico con reglas propias que, en algunos casos, anticipa prácticas que luego otros mercados copian.
Los analistas que siguen el sector advierten que esta ola no se sostiene únicamente por curiosidad del consumidor. El tejido empresarial adopta por razones medibles. La automatización de soporte, la síntesis de documentos y la creación asistida de campañas acortan tiempos y abaratan etapas de producción de contenido. En paralelo, el Estado impulsa la digitalización de servicios con interfaces conversacionales que acercan trámites y consultas a poblaciones no familiarizadas con sistemas más rígidos. La combinación de consumo, empresas y sector público crea una demanda diversificada que amortigua altibajos y permite a proveedores sostener el ritmo de actualización.
La reputación de adopción temprana se apoya en datos. Encuestas internacionales durante 2024 ya ubicaban a China en la cima del uso de herramientas generativas entre tomadores de decisión corporativos, con tasas de utilización que superaban a Estados Unidos y al promedio global. Un año más tarde, el conteo oficial de usuarios generales refuerza la idea de un ecosistema que, aun con barreras de acceso a modelos foráneos, avanza por tracción propia y adapta soluciones a sus contextos de uso.
El salto de usuarios también compite por talento. Las universidades y centros de investigación orientan cursos y laboratorios hacia aplicaciones que dialogan con industria y gobierno. Las grandes tecnológicas financian cátedras, programas de residencias y desafíos públicos. A nivel de patentes, los registros de 2024 mostraban a China al frente en solicitudes vinculadas con técnicas generativas. Ese volumen de propiedad intelectual no resuelve por sí mismo la calidad de los productos, aunque sí revela dónde se concentra el esfuerzo por formalizar invenciones y proteger mejoras incrementales.
Hay, por último, una dimensión de percepción. La brecha de confianza entre países condiciona los ciclos de adopción. Cuando la mayoría de una población cree que estas herramientas aportan valor y que los riesgos son manejables, las curvas de aprendizaje se acortan y la expansión gana velocidad. La medición del Barómetro de Confianza de Edelman, difundida en febrero de este año, registró una diferencia marcada entre China y Estados Unidos en el nivel de confianza declarado. Ese diferencial, inevitablemente, se traduce en ritmos de despliegue distintos, en presupuestos más agresivos y en horizontes más largos para recuperar inversiones.
El movimiento no está exento de tensiones técnicas. La necesidad de cómputo compite con costos energéticos y con la disponibilidad de chips de última generación. Los equipos de ingeniería priorizan eficiencia, compresión de modelos y entrenamiento específico para ámbitos profesionales. En el frente de producto, la presión por moderar respuestas y garantizar seguridad convive con la demanda por herramientas más abiertas y creativas. Son tensiones normales en una etapa de adopción masiva. La diferencia es que, con 515 millones de usuarios, cada ajuste de política o de diseño afecta a poblaciones del tamaño de países.
La pregunta que sobrevuela el tablero es qué significa este hito para el resto del mundo. En lo inmediato, obliga a repensar métricas de éxito. Ya no alcanza con contar descargas globales de una única aplicación. Importa cuántas personas usan servicios integrados a su ecosistema local y con qué intensidad. Importa cómo se monetiza ese uso dentro de plataformas que combinan pagos, mensajería y comercio en un mismo lugar. Importa, también, la capacidad de esas soluciones para exportarse con ajustes mínimos a mercados con preferencias similares.
En el plano competitivo, la cifra funciona como argumento para atraer desarrolladores y fabricantes de hardware que buscan clientes con volúmenes previsibles. La base de usuarios legitima acuerdos de varios años para abastecer centros de datos, contratar energía y planificar lanzamientos. La dinámica recuerda a otros ciclos de adopción tecnológica, en los que el primer mercado en alcanzar escala construyó ventajas de aprendizaje y costos que luego resultaron difíciles de igualar. No determina la calidad final de los productos, aunque condiciona la velocidad a la que mejoran.
Hay, además, una consecuencia cultural. La integración de asistentes generativos en educación, entretenimiento y trabajo cotidiano forma hábitos. Esos hábitos viajan con las personas, moldean expectativas y, con el tiempo, se vuelven demandantes en otros países. La brecha entre comunidades que utilizan a diario estas herramientas y aquellas que las conocen solo como curiosidad se convertirá en diferencia de productividad, de creatividad aplicada y de servicio al cliente. El dato de los 515 millones, en ese sentido, no cierra una discusión. Apenas abre otra, más amplia, sobre cómo se organiza la competencia cuando la adopción deja de ser una promesa y se transforma en costumbre.
Referencias:
- TechNode, “China’s generative AI user base hits 515 million, doubling in H1 2025”. (TechNode)
- Xinhua, “China’s generative AI users double to 515 mln: report”. (Xinhua News)
- China Daily, “Generative AI users in China reach 515 million by June 2025”. (regional.chinadaily.com.cn)
- Reuters, “Baidu says Ernie Bot has attracted 200 million users”. (Reuters)
- Reuters, “China leads the world in adoption of generative AI, survey shows”. (Reuters)
- Axios, “Trust in AI is much higher in China than in the U.S.”. (Axios)