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OmniScientist: Hacia un ecosistema científico compartido

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OmniScientist: Hacia un ecosistema científico compartido

OmniScientist: El Amanecer de la Co-evolución

La historia del progreso científico es, en gran medida, la crónica exhaustiva de las herramientas que hemos inventado para superar las limitaciones inherentes a nuestra biología cognitiva y sensorial. Desde el instante preciso en que Galileo dirigió su telescopio rudimentario hacia el cielo nocturno, un acto de rebeldía óptica que desmanteló para siempre la centralidad de la Tierra en el cosmos, hasta la invención del microscopio electrónico que nos permitió vislumbrar por primera vez la arquitectura fundamental de la materia viva, cada salto tecnológico ha precipitado una revolución conceptual irreversible. Hemos construido máquinas complejas para ver lo invisible, para medir lo imperceptible y para calcular lo inabarcable. Sin embargo, al adentrarnos en la tercera década del siglo veintiuno, la comunidad académica global se enfrenta a una transformación cualitativamente distinta, una que no tiene precedentes claros en los anales de la investigación. Ya no estamos simplemente forjando lentes más potentes, sensores más sensibles o colisionadores de partículas más vastos. Estamos gestando colaboradores intelectuales. La inteligencia artificial ha dejado de ser un mero instrumento de cálculo pasivo o una calculadora glorificada para convertirse en un agente activo de descubrimiento, capaz de formular preguntas.

En este paisaje emergente y fértil, un nuevo paradigma se alza con la promesa de redefinir no solo la metodología operativa de la ciencia, sino la identidad misma de quien la practica. Nos referimos a OmniScientist, una propuesta teórica y práctica que plantea el ecosistema de investigación más ambicioso hasta la fecha, uno donde humanos y algoritmos no solo coexisten en el espacio del laboratorio, sino que co-evolucionan. Esta visión trasciende la mera automatización de tareas repetitivas; apunta a una simbiosis donde la máquina no solo ejecuta, sino que razona, critica y aprende en un ciclo continuo junto a su contraparte biológica.

Para comprender la verdadera magnitud y la ambición de OmniScientist, un sistema presentado recientemente por un equipo multidisciplinario liderado por investigadores de la Universidad de Tsinghua, es necesario primero realizar un diagnóstico honesto y quizás incómodo del estado actual de la llamada ciencia artificial. En los últimos años, hemos sido testigos atónitos de la irrupción de los Grandes Modelos de Lenguaje, conocidos técnicamente como LLMs, en los centros de investigación más prestigiosos del mundo. Hemos visto sistemas capaces de sugerir moléculas candidatas para nuevos fármacos con una rapidez que desafía la intuición humana, algoritmos que predicen estructuras proteicas tridimensionales con una precisión que roza lo sobrehumano, y agentes de software que intentan diseñar experimentos de manera autónoma. No obstante, estos científicos de silicio han operado, hasta el momento presente, bajo una limitación fundamental y paralizante que limita drásticamente su verdadero potencial: su profunda soledad operativa.

La inmensa mayoría de los sistemas actuales abordan el descubrimiento científico como un problema de optimización aislado, una búsqueda solitaria en un espacio de datos vasto pero herméticamente cerrado al exterior. Ignoran, ya sea por un diseño arquitectónico simplista o por limitaciones técnicas previas, que la ciencia real es una empresa intrínsecamente social y dialéctica. El progreso científico genuino no ocurre en el vacío estéril de un procesador aislado; surge de la fricción constante de ideas contrapuestas, de la revisión rigurosa e implacable por pares, de la mentoría sutil entre generaciones de investigadores, de la crítica constructiva en los pasillos de las conferencias y de una red estructurada de conocimiento compartido que abarca siglos de esfuerzo colectivo. Un descubrimiento no es tal hasta que es comunicado, validado, replicado y asimilado por la comunidad. Al omitir esta dimensión social crítica, los agentes de IA actuales a menudo producen resultados que, aunque matemáticamente posibles o sintácticamente correctos, carecen de relevancia práctica, viabilidad económica o coherencia teórica con el cuerpo de conocimiento establecido.

Aquí es donde OmniScientist marca una divergencia radical y necesaria en la trayectoria de la inteligencia artificial aplicada. Su objetivo no es crear un genio artificial aislado en una caja negra, sino establecer un ecosistema integrado, transparente y dinámico. La premisa central del documento OmniScientist: Toward a Co-evolving Ecosystem of Human and AI Scientists es que para alcanzar el siguiente nivel de inteligencia científica, los agentes de IA deben aprender a vivir dentro de una comunidad científica, tanto simulada como real, interactuando dinámicamente con la literatura existente, con otros agentes especializados y, de manera crucial e insustituible, con los científicos humanos. El sistema propone un marco unificado donde la generación de hipótesis, el diseño experimental y la validación crítica no son pasos secuenciales rígidos y ciegos, sino procesos fluidos, circulares y constantemente supervisados por módulos especializados que imitan las funciones sociales y regulatorias de la academia humana.

Arquitectura Modular del Ecosistema

Omni-Monitor

El supervisor metacognitivo. Observa el proceso de razonamiento en tiempo real, detectando fallos lógicos y desviaciones antes de que se conviertan en errores sistémicos.

Agente Científico

El núcleo de ejecución operativa. Realiza la revisión exhaustiva de literatura, genera hipótesis novedosas y diseña experimentos utilizando una memoria estructurada.

Omni-Judge

El revisor crítico imparcial. Simula la revisión por pares, evaluando la novedad y viabilidad, y retroalimentando al sistema para su mejora iterativa.

Figura 1. Representación esquemática del flujo colaborativo. A diferencia de los modelos lineales tradicionales, OmniScientist integra supervisión y evaluación continua en cada paso del proceso de descubrimiento.

Al adentrarnos en la arquitectura técnica profunda de OmniScientist, nos encontramos con una estructura sofisticada que mimetiza las mejores prácticas organizativas de una institución de investigación de élite. El sistema no es un monolito opaco e inescrutable, sino una orquesta afinada de agentes con roles definidos y complementarios. En el corazón de esta propuesta reside la comprensión profunda de que la inteligencia científica no es solo la capacidad bruta de generar ideas a gran velocidad, sino, y quizás más importante, la capacidad refinada de discernir cuáles de esas miles de ideas merecen ser perseguidas con recursos limitados. En la ciencia humana, este filtro indispensable lo proveen la experiencia acumulada durante décadas, la intuición entrenada a lo largo de años de ensayo y error, y el riguroso proceso de revisión por pares. En este ecosistema digital, dicha función crítica se externaliza y formaliza a través de módulos avanzados de evaluación y monitoreo, diseñados específicamente para refinar el razonamiento de los agentes investigadores y elevar el estándar de la producción científica automatizada.

Uno de los desafíos más notorios, persistentes y peligrosos que enfrentan los modelos de lenguaje actuales es su propensión a la alucinación, es decir, a la generación de rutas lógicas que suenan retóricamente plausibles y convincentes pero que son fundamentalmente erróneas desde el punto de vista fáctico. En el contexto de la escritura creativa o el entretenimiento, esto puede interpretarse como una licencia artística aceptable o incluso deseable, pero en el diseño de un nuevo material superconductor para la transmisión de energía o en la formulación de una terapia génica personalizada, es un fracaso catastrófico inaceptable que puede costar vidas o recursos millonarios. OmniScientist aborda este problema existencial mediante un enfoque metacognitivo robusto. La plataforma incorpora mecanismos que actúan como supervisores constantes, observando el proceso de razonamiento del agente principal mientras este ocurre, paso a paso. Imaginemos a un estudiante de doctorado brillante pero impetuoso, acompañado siempre por un mentor experimentado que le señala sutilmente cuándo su lógica flaquea, cuándo está asumiendo premisas no probadas o cuándo ha pasado por alto un precedente importante en la vasta literatura. Esa es exactamente la dinámica pedagógica y correctiva que OmniScientist busca replicar digitalmente.

Aprendizaje iterativo y memoria estructurada

El documento detalla con gran precisión cómo este ecosistema permite una evolución conjunta y continua. A medida que el agente realiza tareas científicas complejas, que van desde la revisión bibliográfica de miles de documentos hasta la interpretación compleja de datos experimentales ruidosos, el sistema recopila métricas de rendimiento y retroalimentación detallada. Pero a diferencia de los modelos estáticos tradicionales que requieren un reentrenamiento masivo, lento y costoso para mejorar sus capacidades, OmniScientist está diseñado para aprender de la interacción en tiempo real. Si un agente propone un diseño experimental que resulta inviable en la práctica debido a limitaciones físicas o de seguridad, el módulo de crítica analiza la raíz profunda del fallo, no solo para descartar esa ruta específica, sino para refinar los heurísticos del agente generador para el futuro. Es un ciclo de mejora continua que recuerda poderosamente a la formación académica humana, donde el error no es un fracaso final, sino la materia prima indispensable de la experticia y la maestría.

La relevancia práctica de este enfoque se hace patente al examinar los dominios de aplicación que los autores han seleccionado cuidadosamente para validar su tesis. No se han limitado a problemas teóricos simplificados o escenarios de juguete. El estudio abarca desafíos reales y urgentes en biología computacional, ciencia de materiales avanzada y química teórica. En cada uno de estos campos, la literatura científica ha crecido exponencialmente hasta tal punto que resulta inabarcable para cualquier mente humana individual, por brillante que sea. Un especialista en síntesis orgánica puede no estar al tanto de los últimos avances en algoritmos de aprendizaje profundo aplicados a la cristalografía de rayos X, aunque esa intersección precisa podría contener la clave de su problema actual. OmniScientist actúa como un puente cognitivo universal, capaz de ingerir y sintetizar corpus de conocimiento dispares, encontrando conexiones latentes y patrones ocultos que escapan inevitablemente a la especialización disciplinaria tradicional y fragmentada de la ciencia moderna.

Perfil de Competencias Científicas
Figura 2. Comparativa de competencias entre un LLM estándar y el ecosistema OmniScientist. Se observa una mejora sustancial en tareas críticas como la revisión de literatura y la crítica científica, áreas tradicionalmente débiles en la IA generativa.

Es imperativo detenernos en el concepto del Omni-Monitor, una de las innovaciones más destacadas y necesarias descritas en el trabajo. En los sistemas de IA convencionales, la evaluación suele ser un paso final y desconectado: el modelo produce una salida completa y nosotros juzgamos a posteriori si es correcta o incorrecta. El Omni-Monitor, por el contrario, opera en tiempo real durante el proceso de ideación y razonamiento. Es análogo a tener un colega mirando por encima del hombro mientras se trabaja en la pizarra, señalando inconsistencias lógicas antes de que se conviertan en errores fundamentales difíciles de corregir más adelante. Este monitoreo activo permite que el sistema redirija sus recursos computacionales hacia las vías más prometedoras, ahorrando tiempo y energía, dos recursos tan valiosos en el cómputo de alto rendimiento como en la vida orgánica.

Paralelamente al Monitor, encontramos la figura crucial del Omni-Judge. Si el Monitor es el mentor que guía el proceso paso a paso, el Judge es el revisor par que evalúa el resultado final con rigor implacable y objetividad. La ciencia moderna se basa en la confianza, y esa confianza se construye sobre la verificación y el escrutinio. Para que un descubrimiento generado por IA sea aceptado por la comunidad científica global, debe venir acompañado de pruebas, de trazabilidad completa y de una justificación lógica impecable. El módulo Omni-Judge está entrenado específicamente para interrogar las conclusiones del sistema, buscando debilidades metodológicas, sesgos ocultos en los datos de entrenamiento o falacias lógicas sutiles. No se trata simplemente de asignar una calificación numérica binaria, sino de generar un informe crítico detallado en lenguaje natural que el agente investigador puede utilizar para iterar, pulir y mejorar su propuesta antes de presentarla a los supervisores humanos.

Simbiosis: el humano en el bucle

La integración del ser humano en este bucle de retroalimentación es quizás el aspecto más filosóficamente resonante y socialmente relevante del paper. Durante años, la narrativa dominante en torno a la IA ha oscilado pendularmente entre el miedo existencial a la sustitución, donde la máquina reemplaza al trabajador intelectual, y la visión reduccionista de la herramienta, donde la máquina es una simple calculadora glorificada. OmniScientist propone una tercera vía mucho más rica y matizada: la simbiosis. En este ecosistema, el científico humano no es un mero operador de botones ni un espectador pasivo del proceso automatizado. El humano define los objetivos de alto nivel, inyecta intuición creativa y valores éticos, y actúa como el árbitro final en situaciones de ambigüedad extrema o conflicto moral. A su vez, el sistema de IA desafía activamente al humano, presentándole hipótesis que quizás nunca se le habrían ocurrido debido a sesgos cognitivos arraigados y obligándolo a refinar y cuestionar sus propias preguntas y asunciones.

Este enfoque colaborativo es vital para superar lo que podríamos llamar el valle inquietante de la ciencia artificial. Actualmente, muchos científicos profesionales desconfían, con mucha razón, de los resultados producidos por cajas negras algorítmicas opacas que no explican su funcionamiento. ¿Cómo podemos confiar la salud pública o la seguridad estructural de un edificio a la predicción de una nueva molécula si no entendemos los principios físicos que el modelo ha inferido para llegar a ella? OmniScientist intenta iluminar esa caja negra haciendo que el proceso de descubrimiento sea explícito, transparente y dialógico. Al forzar al sistema a justificar sus pasos en lenguaje natural comprensible y a responder a la crítica simulada y humana, se fomenta una transparencia radical que es requisito indispensable para la adopción generalizada de estas tecnologías en entornos críticos y regulados.

El estudio presenta resultados empíricos contundentes que respaldan estas ambiciones teóricas con datos duros. Utilizando benchmarks rigurosos y estandarizados como DeepResearch e IdeaBench, los autores demuestran que los agentes integrados en el ecosistema OmniScientist superan consistentemente a los modelos de lenguaje de propósito general más avanzados del mercado, como GPT-4 o Claude 3.5 Sonnet, cuando estos actúan en solitario o con prompting simple. La superioridad no se manifiesta solo en la tasa de aciertos técnicos, sino en la calidad cualitativa y la novedad genuina de las ideas generadas. En tareas complejas de generación de hipótesis para problemas de investigación abiertos y mal definidos, la plataforma de Tsinghua mostró una capacidad notable para evitar los caminos trillados y proponer direcciones novedosas que, sin embargo, permanecían firmemente ancladas en principios científicos sólidos y verificables experimentalmente.

Resultados Comparativos en IdeaBench
Figura 3. El ecosistema OmniScientist demuestra una superioridad notable en métricas de novedad, viabilidad y efectividad frente a modelos de lenguaje de vanguardia que operan sin la arquitectura colaborativa.

Un aspecto técnico particularmente fascinante es la utilización de lo que los autores denominan memoria científica estructurada. A diferencia de un chatbot convencional que tiene una ventana de contexto limitada y efímera que se borra al cerrar la sesión, OmniScientist mantiene una base de conocimientos persistente y dinámica. Esta memoria no es solo un almacén estático de hechos y cifras desconectadas; es un grafo de conocimiento vivo que evoluciona con cada experimento simulado o real. Cuando el sistema aprende que cierto tipo de catalizador no funciona bajo determinadas condiciones de presión y temperatura, ese conocimiento se codifica y queda disponible instantáneamente para todos los futuros procesos de investigación, evitando que el sistema tropiece dos veces con la misma piedra química. Esta capacidad de acumular sabiduría negativa, es decir, saber qué es lo que no funciona, es un rasgo distintivo de los científicos humanos veteranos y una adición crucial a la inteligencia artificial científica que suele carecer de este contexto histórico.

La arquitectura modular de OmniScientist también permite una flexibilidad operativa sin precedentes en el campo. En lugar de intentar entrenar un modelo gigantesco y monolítico para saberlo todo, el sistema puede incorporar herramientas especializadas externas, tales como simuladores físicos de fluidos, bases de datos genómicas actualizadas diariamente o software de análisis estadístico avanzado, y orquestar su uso según sea necesario. El agente central actúa como un director de orquesta experto, convocando a los instrumentos adecuados en el momento preciso para interpretar la partitura de la investigación. Esto refleja fielmente la realidad de la ciencia contemporánea, que es inherentemente interdisciplinaria y dependiente de una multitud de herramientas técnicas altamente específicas que ningún ser humano domina en su totalidad.

Retos éticos y el horizonte de implementación

Sin embargo, el documento no rehúye las limitaciones serias y los riesgos inherentes a esta visión futurista. La dependencia actual de los modelos de lenguaje implica que cualquier sistema derivado hereda inevitablemente sus sesgos subyacentes y sus fallas. Si la literatura científica histórica con la que se entrena el modelo tiene un sesgo hacia ciertos enfoques teóricos occidentales o ignora datos de ciertas demografías, el agente tenderá a replicar y amplificar esos sesgos en sus propuestas de investigación. El módulo Omni-Judge está diseñado en parte para mitigar esto, actuando como un filtro ético y metodológico, pero los autores reconocen con humildad que la vigilancia humana sigue siendo insustituible. Además, existe el riesgo persistente de la alucinación citacional, donde el modelo inventa referencias bibliográficas para apoyar sus argumentos, un problema pernicioso que OmniScientist combate mediante la verificación cruzada rigurosa con bases de datos reales, pero que requiere una supervisión constante y auditorías periódicas.

El concepto de co-evolución merece una exploración aún más profunda y filosófica. En biología evolutiva, la co-evolución ocurre cuando dos o más especies influyen recíprocamente en su desarrollo a lo largo del tiempo geológico. En el contexto de este trabajo, esto sugiere que a medida que la IA se vuelve más sofisticada y autónoma en su razonamiento científico, empujará a los científicos humanos a elevar su propio nivel de abstracción y creatividad. Liberados de la tediosa labor de la revisión bibliográfica exhaustiva y el diseño experimental rutinario, los humanos podrán dedicarse a la síntesis conceptual de alto nivel y a la formulación de las grandes preguntas que definen una era. A su vez, las interacciones con humanos expertos proporcionarán a la IA los datos de entrenamiento más valiosos y escasos que existen: el razonamiento tácito, la intuición clínica y el juicio ético que no siempre están explícitos en los papers publicados pero que son el alma de la ciencia.

Mejora Iterativa del Sistema
Figura 4. Curva de mejora en la calidad de las soluciones científicas a través de iteraciones sucesivas. Se compara el sistema completo contra una versión sin el módulo de juicio (Omni-Judge), evidenciando el valor crítico de la autoevaluación.

Imaginemos un futuro cercano en un laboratorio de biotecnología avanzado. El equipo humano define un objetivo ambicioso: desarrollar una enzima capaz de degradar un polímero plástico específico a temperatura ambiente para combatir la contaminación global. En lugar de pasar meses leyendo papers y probando variantes al azar en el laboratorio húmedo, activan su instancia del ecosistema inteligente. El sistema, utilizando su Omni-Monitor, escanea la literatura global en segundos, identifica mecanismos enzimáticos análogos en bacterias extremófilas raras y propone una serie de candidatos de diseño de novo. El Omni-Judge interno evalúa estos candidatos, descartando aquellos que son termodinámicamente inestables o demasiado costosos de sintetizar a escala industrial. Presenta al equipo humano las tres opciones más prometedoras, junto con los protocolos experimentales detallados para probarlas. Los humanos realizan los experimentos físicos, y los resultados, ya sean exitosos o fallidos, se retroalimentan al sistema, que refina sus modelos predictivos para la siguiente ronda. Este ciclo virtuoso acelera el ritmo del descubrimiento en órdenes de magnitud, comprimiendo años de trabajo en semanas de progreso tangible.

La propuesta de los investigadores de Tsinghua también toca, aunque sea tangencialmente, el tema crucial de la democratización de la ciencia de alto nivel. Si un sistema como OmniScientist se vuelve accesible a través de la nube y escalable para el público general, podría nivelar el campo de juego para instituciones con menos recursos financieros. Un pequeño laboratorio universitario en un país en desarrollo, con acceso a esta inteligencia colectiva artificial, podría competir en pie de igualdad con los gigantes farmacéuticos en la fase de diseño teórico y generación de hipótesis. Por supuesto, la barrera de los recursos físicos, como reactivos costosos y equipos de análisis de última generación, persiste, pero la barrera del conocimiento y la capacidad de análisis computacional se reduce significativamente, abriendo la puerta a una ciencia más global, inclusiva y diversa.

No obstante, la implementación práctica y generalizada de OmniScientist no es un asunto trivial. Requiere una infraestructura computacional masiva y una integración profunda y cuidadosa con los flujos de trabajo existentes en las instituciones. No es simplemente instalar un nuevo software en las computadoras del laboratorio; es cambiar la cultura operativa de la investigación. Los autores del paper son plenamente conscientes de que la adopción tecnológica es tanto un problema sociológico como técnico. Por eso enfatizan reiteradamente que la interfaz entre el humano y la máquina debe ser natural, intuitiva y, sobre todo, basada en la confianza mutua construida a través de la transparencia y la explicabilidad de los resultados.

El paper introduce además métricas novedosas para evaluar la calidad de la ciencia producida por la IA, abriendo un campo de estudio en sí mismo. Ya no basta con medir la precisión estadística en un set de datos de prueba estático y limitado. Se proponen evaluaciones dinámicas basadas en la novedad semántica, la viabilidad práctica y la coherencia teórica con las leyes físicas conocidas. Estas son métricas tradicionalmente difíciles de cuantificar de manera objetiva, y el hecho de que el equipo haya desarrollado marcos matemáticos para medirlas es un aporte científico significativo. Nos estamos moviendo inexorablemente de evaluar a la IA por su capacidad de imitar la sintaxis del texto humano a evaluarla por su capacidad de generar conocimiento nuevo, útil y verdadero que resista el escrutinio de la realidad.

Es sumamente interesante notar cómo este trabajo dialoga con otros avances recientes en el campo de la inteligencia artificial científica, como los esfuerzos de DeepMind con AlphaFold o los modelos de razonamiento avanzado de OpenAI. Mientras que AlphaFold es un especialista supremo, un savant enfocado obsesivamente en el problema de la estructura proteica, OmniScientist aspira a ser un generalista competente, un polímata capaz de navegar la lógica de la investigación en múltiples dominios simultáneamente. No busca reemplazar a las herramientas especializadas, sino orquestarlas de manera inteligente. Es la diferencia fundamental entre tener un virtuoso del violín y tener un director de orquesta que puede leer la partitura completa, entender la intención profunda del compositor y coordinar a toda la sinfónica para ejecutar la obra con maestría.

El documento OmniScientist: Toward a Co-evolving Ecosystem of Human and AI Scientists no es solo un reporte técnico sobre una nueva arquitectura de software; es un manifiesto audaz para el futuro de la investigación humana. Nos invita a imaginar un mundo donde la carga cognitiva del científico se comparte con silicio inteligente, donde las barreras de entrada para el descubrimiento complejo se reducen drásticamente y donde el ritmo de la innovación se acelera lo suficiente para enfrentar los desafíos existenciales de nuestra era, desde la mitigación urgente del cambio climático hasta la prevención y gestión de pandemias futuras. La propuesta de los investigadores nos aleja de la visión distópica y fatalista de una IA que vuelve obsoletos a los humanos, y nos acerca a una visión renacentista y esperanzadora de herramientas que amplifican el potencial humano hasta límites insospechados. OmniScientist es, en última instancia, un espejo tecnológico que nos devuelve una imagen aumentada de nuestra propia curiosidad insaciable. Al construir científicos artificiales, estamos, paso a paso, desentrañando los mecanismos profundos de nuestro propio pensamiento científico. La co-evolución ha comenzado en los servidores y laboratorios, y el resultado de esta simbiosis definirá, con toda probabilidad, el próximo siglo de progreso humano. No estamos ante el fin del científico humano, sino ante su renacimiento como el arquitecto de una inteligencia colectiva híbrida, capaz de ver más lejos, pensar más rápido y soñar más grande que nunca antes en nuestra historia como especie.

Referencias Bibliográficas

  • Shao, C., Huang, D., Li, Y., et al. (2025). OmniScientist: Toward a Co-evolving Ecosystem of Human and AI Scientists. arXiv preprint arXiv:2511.16931.
  • Guo, S., Shariatmadari, A. H., Xiong, G., et al. (2024). IdeaBench: Benchmarking large language models for research idea generation. Proceedings of the 31st ACM SIGKDD Conference.
  • Du, M., Xu, B., Zhu, C., et al. (2025). DeepResearch Bench: A comprehensive benchmark for deep research agents. arXiv preprint.

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