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La revolución silenciosa: Figure 03 y el futuro humanoide en el hogar y la industria

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La revolución silenciosa: Figure 03 y el futuro humanoide en el hogar y la industria

Por décadas, el sueño de lograr robots humanoides capaces de desenvolverse en entornos impredecibles con la misma destreza y fluidez que una persona ha permanecido lejano, envuelto en desafíos técnicos casi insuperables. Sin embargo, esa distancia se acorta rápidamente. En las oficinas de Silicon Valley de Figure AI, una joven startup que en apenas tres años ha captado la atención de gigantes tecnológicos y multimillonarios inversionistas, la próxima generación de robots domésticos y laborales está en gestación. Se trata de Figure 03, un androide que apunta a ser el primer robot humanoide de producción masiva destinado a realizar una amplia gama de tareas manuales, desde doblar ropa hasta asistir en tareas complejas, hasta llegar a hogares y fábricas.

La escena en la sede de Figure AI en agosto sirve para ilustrar la extraordinaria transición tecnológica que se está produciendo. Mientras los “pilotos” humanos equipados con cascos de realidad virtual simulan movimientos en una cocina de prueba, los robots Figure 02 recién anteriores intentan, con movimientos lentos y torpes, doblar toallas y cargar lavandería en máquinas. Los fallos, como dejar caer una prenda o atascarse en el canasto, son notables y recurrentes, reflejando que todavía hay un largo camino por recorrer antes de que estos autómatas sean totalmente autónomos y fiables en la vida cotidiana.

A pesar de las limitaciones evidentes de la generación actual, la nueva versión -Figure 03- está diseñada con mejoras significativas que prometen superar barreras claves. Sus articulaciones son más pequeñas, fuertes y económicas; sus manos cuentan con sensores táctiles y cámaras en las palmas para manipular objetos delicados con mayor precisión; y su batería es menos propensa a fallas catastróficas como incendios. Con una estatura de aproximadamente 1.70 metros, el nuevo androide ostenta un diseño más ligero y estético pensado para ser menos intimidante, anticipando su integración en espacios domésticos.

El corazón neuronal de estos robots es Helix, una red neural que simula el funcionamiento cognitivo humano a través de tres sistemas integrados. El «sistema uno» actúa como un sistema nervioso que ejecuta las órdenes, el «sistema dos» emula el razonamiento lógico y la interpretación del entorno, y el «sistema cero» monitorea reflejos automáticos y balance. Esta arquitectura permite que el robot no solo responda a comandos complejos, sino que también mantenga estabilidad física y aprenda nuevas habilidades mediante la exposición a datos audiovisuales recopilados por pilotos humanos en entornos reales.

Esta dinámica de “aprendizaje desde la experiencia” es básica para superar la enorme complejidad que implica operar en entornos abiertos y variables. Para ello, la empresa invierte recursos millonarios en contratar “pilotos” humanos que generan grabaciones detalladas de actividades cotidianas, como manipular utensilios de cocina o doblar prendas, que luego alimentan el entrenamiento del sistema Helix. Sin embargo, algunos expertos cuestionan esta estrategia, argumentando que la falta de sensores táctiles limita la capacidad de un robot para aprender destrezas de manipulación fina, lo que podría retrasar la consecución de plena autonomía.

El valor potencial de esta tecnología es inmenso: Brett Adcock, fundador y CEO de Figure AI, calcula que el mercado global de trabajo humano representa alrededor de 40 billones de dólares, y estima que en menos de una década la mayor compañía mundial podría ser una dedicada plenamente a la robótica humanoide. Robots como Figure 03 podrían intervenir en ámbitos tan diversos como el cuidado de la salud, labores domésticas y eventualmente la exploración y colonización espacial.

La asociación estratégica con BMW, iniciada en 2024, ya permite que múltiples robots Figure 02 trabajen largas jornadas en líneas de ensamblaje, manipulando piezas con precisión en la fábrica Spartanburg. Estos avances reales, aunque modestos comparados con la ambición futurista, sostienen la confianza de inversionistas de primer nivel como Nvidia, Microsoft y Jeff Bezos, y avalan una valoración de la startup en 39 mil millones de dólares.

No obstante, la incorporación de robots en el hogar y espacios cotidianos implica desafíos extraordinarios, especialmente en materia de seguridad. La potencial peligrosidad de un fallo o “alucinación” operativa, como confundir objetos o dar órdenes erróneas, podría acarrear consecuencias desde accidentes leves hasta daños graves a personas o propiedad. Figure AI ha desarrollado, inspirándose en el marco normativo ficticio de Isaac Asimov, estrictas “leyes robóticas” internas para maximizar la seguridad, aunque reconocen públicamente que la perfección aún está lejos.

Además, la protección de datos y la privacidad se vuelven críticas en un escenario donde los robots capturan imágenes y sonidos íntimos del hogar para aprender y mejorar su software. Figure asegura implementar medidas para anonimizar y proteger esta información, aunque la aceptación pública de robots con acceso permanente a la vida privada representa un reto social importante.

El futuro del trabajo también se ve fuertemente impactado por esta revolución. La capacidad de estas máquinas para operar sin descanso, sin salarios ni pausas, amenaza con alterar profundamente el mercado laboral y la distribución de la riqueza. En su visión esperanzada, Adcock vaticina que la automatización podría abaratir los costos y elevar el nivel general de vida, junto con la implementación necesaria de políticas como una renta básica universal para mitigar impactos sociales. Sin embargo, también reconoce la posibilidad de futuros distópicos donde la concentración del poder en pocos actores deje a la mayoría en situación de precariedad.

El despliegue final de Figure 03 en 2026, tras un periodo de pruebas con aliados selectos, será un momento definitorio no solo para la industria de la robótica sino para la sociedad en su conjunto. La promesa de contar con un asistente autónomo que gestione tareas desde montar un juego de platos hasta mantener la casa ordenada despierta fascinación y al mismo tiempo inquietudes legítimas.

La llegada inminente de humanoides capaces de integrarse en las tareas diarias indica que estamos ante una etapa decisiva en la evolución tecnológica, con implicaciones profundas que trascienden la ingeniería para invadir la economía, la ética y la cultura. Lo que parece improbable hoy podría volverse común mañana, y sólo el equilibrio entre innovación responsable, regulación inteligente y aceptación social determinará si este futuro se convierte en un progreso inclusivo o un desafío irreversible.

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