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La adaptación del mercado laboral a la inteligencia artificial generativa: lo bueno, lo malo y lo feo

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La adaptación del mercado laboral a la inteligencia artificial generativa: lo bueno, lo malo y lo feo

Un mundo donde las máquinas redactan informes analíticos, resuelven problemas matemáticos y generan código con precisión humana ha dejado de ser un escenario futurista. Es la realidad que irrumpió con la llegada de la inteligencia artificial generativa, un avance tecnológico que transforma nuestro modo de trabajar a una velocidad sin precedentes. El estudio que exploramos, Labor «Market Adjustment to Generative AI: The Good, the Bad, and the Ugly», elaborado por un investigador en economía de recursos, examina cómo esta innovación impacta en los flujos de empleo, utilizando el lanzamiento inesperado de un modelo de lenguaje en noviembre de 2022 como un experimento natural. Para un lector no versado en algoritmos o econometría, pensemos en esto como un terremoto tecnológico: el epicentro es el conocimiento humano, y las ondas sísmicas afectan a sectores enteros de la economía.

La inteligencia artificial generativa se refiere a sistemas capaces de crear contenido nuevo, como textos, imágenes o código, basados en patrones aprendidos de datos masivos. A diferencia de oleadas anteriores de automatización, que se centraban en tareas manuales repetitivas, esta nueva ola apunta directamente al trabajo cognitivo no rutinario, aquel que involucra razonamiento, comunicación y análisis, tradicionalmente considerado a salvo de las máquinas. El lanzamiento mencionado, que atrajo a cientos de millones de usuarios en meses, marcó el inicio de una adopción masiva tanto por consumidores como por empresas, con competidores surgiendo rápidamente para ofrecer herramientas similares. Este ritmo acelerado desafía las teorías económicas tradicionales, que presuponen cambios graduales permitiendo una reasignación suave de la mano de obra.

El análisis emplea un enfoque comparativo entre ramas económicas con diferente susceptibilidad a esta tecnología. Sectores intensivos en conocimiento, como la información, las finanzas y los servicios profesionales, enfrentan un mayor riesgo de sustitución, mientras que actividades físicas o reguladas, como la construcción o la extracción de recursos, permanecen más protegidas. Utilizando datos mensuales de flujos laborales de más de dos décadas, el investigador aplica una técnica estadística que compara trayectorias antes y después del evento clave, aislando el efecto de la innovación. Los resultados revelan un patrón triple: un aspecto negativo, con despidos aumentando entre un 38 y un 101 por ciento; un elemento positivo, aunque demorado, con contrataciones creciendo entre un 1 y un 23 por ciento después de 12 a 18 meses; y un componente problemático, con fallos en la coordinación que reducen las renuncias voluntarias en un 7 a 31 por ciento y las vacantes en un 2 a 45 por ciento.

Este patrón triple no solo desplaza trabajadores, sino que interrumpe la eficiencia del mercado laboral, donde empleados y empleadores luchan por coordinarse bajo incertidumbre tecnológica. El marco teórico subyacente integra modelos de sustitución por máquinas, creación de nuevas tareas mediante productividad mejorada y disrupciones informativas que frenan la movilidad. Para ilustrarlo, considera un ingeniero de software: la herramienta generativa podría automatizar partes de su código, llevando a despidos iniciales; al mismo tiempo, crea demanda por roles que integren esta tecnología, pero con demora; y en el interín, la incertidumbre hace que los trabajadores se aferren a sus puestos y las firmas duden en publicar ofertas. Este estudio no solo cuantifica estos impactos, sino que reconcilia evidencias contradictorias: experimentos muestran ganancias de productividad, pero observaciones agregadas revelan ajustes friccionales que anulan efectos netos en el corto plazo.

A lo largo de esta visión general, hemos desglosado los pilares centrales: la adopción explosiva de la tecnología, la clasificación de sectores por exposición, el método comparativo y los hallazgos multifacéticos. Este trabajo ilumina cómo una innovación cognitiva altera dinámicas laborales a escala masiva, invitando a una reflexión sobre políticas que mitiguen lo malo, fomenten lo bueno y aborden lo feo. Ahora, profundicemos en cada faceta para apreciar la complejidad de este fenómeno transformador.

El desafío de la automatización cognitiva en el empleo

Adentrémonos en el corazón del problema: cómo las herramientas de inteligencia artificial que generan contenido afectan la estabilidad laboral. Históricamente, las revoluciones tecnológicas han desplazado mano de obra manual, como en la era de las fábricas automáticas, pero dejaban intacto el dominio del pensamiento humano. Sin embargo, esta generación de sistemas inteligentes ataca precisamente esas fortalezas: el razonamiento abstracto, la redacción precisa y la resolución creativa de dilemas. El investigador destaca que, a diferencia de transiciones pasadas que se extendían por décadas, esta disrupción se acelera por una difusión consumerista récord, atrayendo usuarios cotidianos antes de infiltrarse en entornos corporativos.

Piensa en un agente de servicio al cliente: antes, su rol involucraba empatía y adaptabilidad, cualidades humanas únicas. Ahora, un bot conversacional puede manejar consultas rutinarias con eficiencia sobrehumana, liberando tiempo pero potencialmente eliminando posiciones. El estudio cuantifica esta vulnerabilidad midiendo exposición a través de dimensiones como la intensidad en tareas mentales o la necesidad de interacción física. Sectores con alta dependencia en procesamiento lingüístico o análisis de datos enfrentan riesgos elevados, mientras que aquellos requeridos de destreza manual o supervisión regulatoria resisten mejor.

Teóricamente, los marcos económicos ofrecen predicciones mixtas. Un modelo predominante sugiere que la automatización sustituye labores existentes pero genera nuevas mediante productividad incrementada. Sin embargo, cuando el cambio es vertiginoso, los mecanismos de reubicación fallan, llevando a fricciones como desempleo prolongado. Estudios experimentales demuestran mejoras en eficiencia, como reducción en tiempos de tareas escritas, pero observaciones agregadas a menudo muestran impactos nulos en salarios o contrataciones, revelando una brecha entre beneficios individuales y ajustes sistémicos.

El autor resuelve esta aparente paradoja al enfocarse en flujos dinámicos: no solo niveles de empleo, sino separaciones involuntarias, renuncias voluntarias, vacantes publicadas y contrataciones realizadas. Estos indicadores capturan la multidimensionalidad del ajuste, mostrando cómo la incertidumbre tecnológica no solo desplaza, sino que paraliza el matching entre oferta y demanda laboral. En esencia, este enfoque revela que la tecnología no es inherentemente destructiva o creadora, sino que provoca un espectro de efectos operando en plazos distintos, desafiando visiones binarias y demandando políticas matizadas.

El marco de clasificación sectorial

Para discernir impactos diferenciales, el investigador construye un sistema de medición que evalúa la susceptibilidad de cada rama económica. Este esquema se basa en datos de encuestas laborales oficiales, cubriendo nueve categorías privadas excluyendo gobierno y servicios misceláneos por sus peculiaridades institucionales. Cada sector se puntúa en diez dimensiones: siete canales de automatización que elevan el riesgo, como procesamiento mental o generación textual, y tres factores protectores que lo mitigan, como requisitos regulatorios o manipulación física.

Imagina calificar una industria como un rompecabezas: piezas como la intensidad analítica suman puntos de vulnerabilidad, mientras que elementos como la interacción cara a cara restan. El puntaje agregado, validado por expertos en tecnología y confirmado con bases de datos ocupacionales, agrupa sectores en altos, bajos e intermedios en exposición. Por ejemplo, la información y finanzas obtienen calificaciones elevadas por su dependencia en tareas cognitivas digitalizables, contrastando con la construcción o minería, blindadas por demandas manuales.

Esta metodología no es arbitraria; se ancla en literatura consolidada que enfatiza tareas sobre ocupaciones enteras. Encuestas a cien especialistas aseguran robustez, con intervalos que capturan incertidumbre experta. El resultado: cuatro sectores altamente expuestos enfrentados a cuatro poco afectados, permitiendo comparaciones limpias. Este enfoque resuelve desafíos de medición en estudios previos, donde clasificaciones unidimensionales subestimaban complejidades, y proporciona un mapa preciso para identificar dónde la innovación golpea más fuerte.

La estrategia de identificación causal

El núcleo analítico reside en aislar el efecto puro de la tecnología, separándolo de otros factores como ciclos económicos o pandemias. El autor aprovecha el lanzamiento imprevisto como un choque quasi-experimental, comparando evoluciones en flujos laborales antes y después entre grupos expuestos y no expuestos. Esta técnica, conocida como diferencias en diferencias, elimina sesgos de características fijas y tendencias comunes, asumiendo que, sin la innovación, las trayectorias habrían sido paralelas.

Para validar esto, se incorporan controles macroeconómicos como tasas de desempleo o inflación, y efectos fijos por año y mes que absorben variaciones estacionales. La robustez se prueba con inferencia ajustada para pocos clusters industriales, evitando errores comunes en muestras pequeñas. Además, análisis de sensibilidad evalúan violaciones a tendencias paralelas, confirmando que los hallazgos persisten bajo desviaciones razonables.

Esta aproximación supera limitaciones de métodos alternativos, como correlaciones transversales propensas a causalidad inversa o variables instrumentales débiles. Al explotar variación predeterminada en exposición y timing exógeno, el estudio establece causalidad creíble, ofreciendo evidencia observacional que complementa experimentos controlados pero captura equilibrios agregados.

Los hallazgos empíricos: un patrón triple

Los resultados pintan un cuadro matizado: no un apocalipsis laboral ni un boom inmediato, sino un proceso multifacético. En sectores vulnerables, las separaciones involuntarias escalan drásticamente, con incrementos del 38 al 101 por ciento en despidos, persistiendo hasta 29 meses post-lanzamiento. Esto indica desplazamiento estructural, donde tareas cognitivas se automatizan rápidamente, contrastando con olas previas más lentas.

Simultáneamente, emerge un fallo coordinativo: renuncias caen un 7 a 31 por ciento y vacantes un 2 a 45 por ciento, sugiriendo parálisis en el matching. Bajo incertidumbre, trabajadores se aferran a puestos conocidos y firmas dudan en contratar, prolongando ineficiencias. Finalmente, contrataciones positivas surgen tardíamente, creciendo un 1 a 23 por ciento después de un año, reflejando aprendizaje organizacional que genera roles complementarios.

Estos efectos varían por ventana temporal y agrupación sectorial, fortaleciéndose en comparaciones enfocadas. Análisis de robustez confirman estabilidad, excepto en contrataciones bajo violaciones moderadas a tendencias paralelas. En resumen, la innovación simultáneamente destruye, interrumpe y crea, operando en escalas temporales distintas.

Interpretando estos patrones, el investigador integra canales teóricos: sustitución tarea-máquina explica despidos iniciales, disrupción informativa los fallos coordinativos, y ganancias productivas las contrataciones demoradas. Esto reconcilia evidencias contradictorias, mostrando que productividad mejorada coexiste con fricciones agregadas.

Las ramificaciones son profundas. Temporalmente, sugiere fases predecibles para políticas: soporte inmediato a desplazados, intervenciones para restaurar matching y capacidad para fomentar creación. Socialmente, resalta desigualdades, con trabajadores cognitivos vulnerables demandando reentrenamiento. Tecnológicamente, invita a diseñar sistemas que augmenten en lugar de reemplazar. Limitaciones incluyen foco en flujos agregados, no individuales, y periodo observacional finito, abriendo avenidas para estudios longitudinales.

Navegando el futuro del trabajo

Al concluir este viaje, emerge claro que la inteligencia artificial generativa no es mera herramienta, sino catalizador de reajustes profundos en el tejido laboral. Este trabajo ilustra cómo un avance cognitivo genera un mosaico de impactos: destructivos inicialmente, obstructivos en coordinación y constructivos con retraso. Socialmente, urge equilibrar innovación con equidad, evitando que beneficios se concentren mientras costos se dispersan. Tecnológicamente, pavimenta hacia diseños colaborativos humano-máquina. Científicamente, enriquece la economía del cambio técnico, cuantificando dinámicas multifacéticas y reconciliando paradojas observadas.

En un mundo donde el conocimiento se automatiza, la verdadera resiliencia radica en adaptabilidad humana y políticas proactivas. Este estudio no solo documenta el presente, sino que ilumina caminos para un futuro donde tecnología eleve, no eclipse, el potencial trabajador.

Referencias

Rafizadeh, N. (2025). Labor market adjustment to generative AI: The good, the bad, and the ugly. SSRN preprint SSRN:5367192.

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