Un nuevo informe del instituto de investigación Epoch AI, encargado por Google DeepMind, traza una hoja de ruta audaz y meticulosamente argumentada sobre el futuro de la inteligencia artificial. Lejos de las especulaciones abstractas, el documento presenta una tesis contundente: si las tendencias actuales persisten, para 2030 seremos testigos de una inteligencia artificial con capacidades transformadoras, especialmente en el ámbito de la investigación y el desarrollo científico. Esta predicción no se basa en la fe, sino en la extrapolación de un fenómeno observable y predecible que ha gobernado el desarrollo de la IA durante la última década: las leyes de escalado.
El viaje hacia 2030, según este análisis, no es un salto al vacío, sino la continuación de una trayectoria bien definida. Para comprender el destino, primero debemos entender el camino y el motor que nos impulsa a través de él. Este artículo se sumerge en las profundidades de ese informe, desglosando sus predicciones, analizando el estado actual de los modelos de IA que dan forma a nuestro presente y explorando los desafíos monumentales que nos aguardan. Es una crónica de una revolución en marcha, una que promete redefinir no solo nuestra tecnología, sino el propio proceso del descubrimiento.
La década decisiva: una panorámica de la inteligencia artificial en la antesala de 2030
Para el ojo no entrenado, el progreso de la inteligencia artificial puede parecer una sucesión de avances mágicos y repentinos. Un día, un chatbot apenas puede mantener una conversación coherente; al siguiente, compone poesía y escribe código funcional. Sin embargo, detrás de esta fachada de progreso errático se esconde un proceso casi industrial, gobernado por un conjunto de principios empíricos conocidos como las "leyes de escalado". Estas leyes son el corazón de la predicción de Epoch AI y la clave para entender por qué el horizonte de 2030 parece tan alcanzable para los que están dentro del campo.
En esencia, las leyes de escalado describen una relación sorprendentemente predecible: a medida que se aumentan ciertos ingredientes clave, el rendimiento de un modelo de IA mejora de una manera suave y pronosticable. Son el equivalente en IA a la Ley de Moore para los microchips, una observación empírica que se ha convertido en una guía para la inversión y el desarrollo. Esta predictibilidad ha transformado el entrenamiento de modelos de un arte oscuro a una ciencia de la ingeniería, permitiendo a los laboratorios de investigación estimar con notable precisión cuán inteligente será un modelo de miles de millones de dólares antes de gastar el primer céntimo, simplemente entrenando versiones mucho más pequeñas y extrapolando los resultados.
Los tres ingredientes fundamentales de esta receta para la inteligencia son el cómputo, el tamaño del modelo y los datos. El informe de Epoch AI argumenta que el crecimiento exponencial y simultáneo de estos tres pilares es lo que seguirá impulsando la revolución hasta el final de la década. Para navegar por el resto de este análisis, es imprescindible comprender cada uno de estos conceptos en un lenguaje llano.
El primero, y quizás el más fundamental, es el cómputo. En el mundo de la IA, la unidad de medida del trabajo computacional es el FLOP, acrónimo de "operación de punto flotante". Un FLOP es una única operación aritmética, como una suma o una multiplicación, realizada con números decimales. Se puede pensar en los FLOPs como la unidad de energía mental de una máquina, la "caballada" de su cerebro computacional. Cuando un modelo de IA "aprende", lo que está haciendo es realizar una cantidad astronómica de estas operaciones matemáticas para ajustar sus conexiones internas. La escala es difícil de concebir. El entrenamiento de un modelo como GPT-4 requirió miles de cuatrillones de FLOPs. Para 2030, el informe predice que los modelos de frontera podrían requerir entrenamientos del orden de 1029 FLOPs, una cifra que equivale a dejar funcionando el clúster de supercomputación más grande de 2020 durante tres mil años ininterrumpidos.
El segundo ingrediente es el tamaño del modelo, que se mide en "parámetros". Si un modelo de IA es una máquina compleja, los parámetros son las innumerables perillas y diales que se pueden ajustar para afinar su funcionamiento. Técnicamente, son los valores numéricos (conocidos como pesos y sesgos) asociados a las conexiones entre las "neuronas" artificiales del modelo. Durante el entrenamiento, el modelo ajusta estos miles de millones de parámetros para minimizar sus errores al predecir la siguiente palabra en un texto o identificar un objeto en una imagen. Un mayor número de parámetros otorga al modelo una mayor capacidad para aprender patrones complejos y matizados del lenguaje y del mundo. GPT-3, por ejemplo, se hizo famoso por sus 175 mil millones de parámetros. Los modelos de 2030 empequeñecerán esta cifra, dotándolos de una capacidad de aprendizaje y una profundidad de conocimiento sin precedentes.
Finalmente, el tercer pilar son los datos. Los modelos de lenguaje masivo aprenden devorando cantidades ingentes de texto y otros tipos de información, medidos en "tokens". Un token es una unidad de texto, que puede ser una palabra completa o un fragmento de ella. El modelo aprende las relaciones estadísticas entre estos tokens para poder generar texto coherente y útil. La calidad y la cantidad de estos datos de entrenamiento son cruciales. El informe de Epoch AI aborda la creciente preocupación sobre si nos quedaremos sin datos humanos de alta calidad para entrenar a modelos cada vez más grandes, un posible cuello de botella en el camino hacia 2030.
Armados con este vocabulario fundamental (escalado, FLOPs, parámetros y tokens), podemos ahora embarcarnos en el viaje que propone el informe. Exploraremos quiénes son los arquitectos de este futuro, cómo se miden sus creaciones en el campo de batalla de los benchmarks científicos, qué obstáculos se interponen en el camino hacia 2030 y, en última instancia, qué significa esta inminente revolución para el futuro de la ciencia y de la humanidad.
Los arquitectos del futuro: un retrato de los laboratorios y sus creaciones
La carrera hacia la inteligencia artificial de 2030 no es un esfuerzo abstracto, sino una competencia feroz entre un puñado de laboratorios de investigación que se han convertido en los arquitectos de nuestro futuro digital. Cada uno, con su propia filosofía y estrategia, está empujando los límites de lo posible, en un ciclo implacable de innovación y superación. Sus nombres, OpenAI, Anthropic, Meta y Google, resuenan en los titulares, y sus creaciones, las familias de modelos GPT, Claude, Llama y Gemini, son los protagonistas de esta saga tecnológica.
Este enfrentamiento se libra en un campo de batalla muy particular: los benchmarks. Un benchmark es una prueba estandarizada diseñada para medir una capacidad específica de un modelo de IA, como su habilidad para resolver problemas matemáticos, escribir código o comprender textos científicos. Alcanzar el "estado del arte" (SOTA, por sus siglas en inglés) en un benchmark prestigioso es el equivalente a ganar una medalla de oro olímpica. Este ciclo competitivo es, en sí mismo, un motor del progreso. Un laboratorio publica un nuevo modelo que rompe récords en un benchmark; los competidores responden optimizando sus propios modelos para superar esa marca; y la comunidad de investigación, al ver que los modelos saturan las pruebas existentes, crea benchmarks nuevos y más difíciles. Esta "carrera armamentista de benchmarks" es la manifestación práctica de las leyes de escalado, el mecanismo que garantiza que la curva de progreso siga ascendiendo.
A finales de 2025, el panorama competitivo es más intenso que nunca.
OpenAI, el pionero que popularizó la IA generativa con ChatGPT, continúa marcando el ritmo. Su última generación de modelos, la familia GPT-5, presentada en su conferencia de desarrolladores DevDay 2025, muestra una clara evolución estratégica. Más allá de la simple mejora de las capacidades conversacionales, OpenAI apuesta por modelos especializados y "agénticos". El buque insignia, GPT-5 Pro, cuenta con una ventana de contexto de 400,000 tokens y soporte para "tokens de razonamiento", indicando un esfuerzo por hacer que el modelo "piense más duro" antes de responder. Lo complementan versiones más eficientes como gpt-realtime-mini y herramientas como AgentKit, diseñadas para que los desarrolladores construyan agentes de IA capaces de realizar acciones complejas y autónomas. Su herramienta Codex, ahora impulsada por la familia GPT-5, se ha convertido en una pieza central para tareas de ingeniería de software, desde la corrección de errores hasta la revisión de código.
Anthropic, fundado por ex-miembros de OpenAI con un fuerte énfasis en la seguridad y la fiabilidad, se ha consolidado como un formidable competidor. Su familia de modelos Claude ha demostrado consistentemente capacidades de razonamiento de vanguardia. El salto de Claude 3 Opus a Claude 3.5 Sonnet, y más recientemente al impresionante Claude 4.5 Sonnet, ha sido notable. Este último ha acaparado titulares por su rendimiento excepcional en benchmarks de codificación, superando a todos sus rivales. Los informes técnicos de Anthropic destacan mejoras sustanciales en la generación autónoma de código y la depuración de errores, con modelos capaces de trabajar a través de cientos de pasos para solucionar problemas complejos, una habilidad crucial para las aplicaciones científicas que predice el informe de Epoch AI.
Meta, el gigante de las redes sociales, ha adoptado una estrategia radicalmente diferente: el código abierto. Su familia de modelos Llama se ha convertido en el estandarte del movimiento de la IA abierta, permitiendo a investigadores y empresas de todo el mundo construir sobre su tecnología. La última iteración, Llama 3.1, representa un salto cualitativo. No solo ofrece versiones mejoradas de sus modelos de 8 y 70 mil millones de parámetros, sino que introduce un coloso de 405 mil millones de parámetros, el primer modelo de código abierto de "nivel frontera". Con una ventana de contexto ampliada a 128,000 tokens y soporte multilingüe, Meta afirma que Llama 3.1 405B es competitivo con los mejores modelos cerrados como GPT-4o y Claude 3.5 Sonnet, un desafío directo al status quo.
Finalmente, Google, el gigante dormido que despertó con una fuerza inmensa, compite con su familia de modelos Gemini. Su principal ventaja competitiva es la multimodalidad nativa y una escala de contexto asombrosa. Modelos como Gemini 2.5 Pro pueden procesar hasta 1 millón de tokens de entrada, aceptando no solo texto y código, sino también imágenes, audio y video de manera fluida. Esto abre la puerta a aplicaciones que los modelos puramente textuales no pueden ni imaginar, desde analizar horas de metraje de video hasta transcribir y resumir largas grabaciones de audio. Con capacidades como "Thinking" y "Code execution" integradas, Google posiciona a Gemini como un cerebro digital versátil y universal.
Para visualizar este panorama, la siguiente tabla resume las características clave de los modelos insignia de cada laboratorio a finales de 2025.
Modelo | Desarrollador | Ventana de contexto máxima | Modalidades clave | Característica destacada |
---|---|---|---|---|
GPT-5 Pro | OpenAI | 400,000 tokens | Texto, Código | Enfoque en codificación agéntica |
Claude 4.5 Sonnet | Anthropic | 200,000 tokens | Texto, Código, Visión | Rendimiento SOTA en codificación |
Gemini 2.5 Pro | 1,048,576 tokens | Texto, Código, Imagen, Audio, Video | Multimodalidad y contexto masivo | |
Llama 3.1 405B | Meta | 128,000 tokens | Texto, Código | Nivel frontera y acceso abierto |
Esta tabla no es solo una ficha técnica; es el cartel de un combate de pesos pesados. Cada cifra y cada característica representa miles de millones de dólares en inversión y millones de horas de investigación. Son estos modelos los que se enfrentan en los benchmarks que analizaremos a continuación, y son sus progresos los que sustentan la audaz visión de Epoch AI para 2030.
El nuevo colega de laboratorio: la IA en la ingeniería de software
Uno de los campos más prometedores y tangibles para la aplicación de la inteligencia artificial es la ingeniería de software. La escritura de código es, en muchos sentidos, un lenguaje con reglas estrictas y objetivos claros, lo que la convierte en un terreno ideal para que los modelos de IA demuestren y perfeccionen sus capacidades de razonamiento lógico y resolución de problemas. El informe de Epoch AI señala la programación como un área donde los asistentes de IA ya están generando un impacto medible, y proyecta que para 2030, herramientas similares serán comunes en todas las disciplinas científicas, con un potencial de mejora de la productividad de entre un 10 y un 20%.
Para medir el progreso real en esta área, la comunidad ha desarrollado benchmarks cada vez más sofisticados. Lejos han quedado las pruebas que solo pedían a un modelo escribir una función simple en Python. La prueba de fuego actual es SWE-Bench-Verified, un benchmark diseñado para simular el trabajo diario de un ingeniero de software. En lugar de problemas de juguete, presenta a los modelos de IA "issues" reales extraídos de repositorios de código abierto en GitHub. La tarea consiste en comprender el problema, navegar por la base de código existente, escribir un parche que lo solucione y, crucialmente, asegurarse de que el nuevo código pase las pruebas unitarias asociadas. Es una prueba integral de comprensión, razonamiento y ejecución.
El análisis de la tabla de clasificación de SWE-Bench-Verified a finales de 2025 revela una jerarquía clara y fascinante en las capacidades de los modelos de frontera, ofreciendo una instantánea del estado del arte.
Rango | Modelo | Desarrollador | % Resuelto |
---|---|---|---|
1 | Claude 4.5 Sonnet | Anthropic | 70.60 |
2 | Claude 4 Opus | Anthropic | 67.60 |
3 | GPT-5 | OpenAI | 65.00 |
4 | Claude 4 Sonnet | Anthropic | 64.93 |
5 | GPT-5 mini | OpenAI | 59.80 |
6 | Gemini 2.5 Pro | 53.60 | |
7 | Llama 4 Maverick Instruct | Meta | 21.04 |
8 | Llama 4 Scout Instruct | Meta | 9.06 |
La tabla muestra un dominio casi absoluto por parte de Anthropic. Su último modelo, Claude 4.5 Sonnet, se sitúa en la cima con un impresionante 70.60% de los problemas resueltos, lo que representa un salto cualitativo significativo. Que tres de los cuatro primeros puestos estén ocupados por modelos de la familia Claude subraya el enfoque exitoso de la compañía en el desarrollo de capacidades de razonamiento y codificación robustas. Este rendimiento no es casual; los informes internos de Anthropic ya destacaban la habilidad de sus modelos para auto-corregirse y persistir en tareas de depuración complejas, una habilidad que se traduce directamente en éxito en este benchmark.
OpenAI se posiciona como el principal contendiente. GPT-5 alcanza un sólido 65.00%, demostrando que está en la élite de la codificación. Es notable que su versión "mini", con un 59.80%, supere al modelo insignia de Google, lo que indica una arquitectura muy eficiente y bien entrenada. La estrategia de OpenAI de desarrollar herramientas como Codex, centradas específicamente en el software, parece estar dando sus frutos, manteniendo a sus modelos en la vanguardia de la competencia.
Google, con Gemini 2.5 Pro, obtiene una puntuación del 53.60%. Si bien es un resultado muy competente que lo sitúa en la categoría de los modelos de élite, también lo coloca un escalón por debajo de los líderes de Anthropic y OpenAI en esta tarea específica. Es posible que el enfoque de Google en la multimodalidad universal haya hecho que la especialización en codificación agéntica sea, hasta ahora, una prioridad secundaria en comparación con sus rivales.
Quizás el dato más revelador de la tabla es la brecha de rendimiento entre los modelos propietarios de vanguardia y los contendientes de código abierto de Meta. Llama 4 Maverick Instruct, con un 21.04%, y Scout Instruct, con un 9.06%, se encuentran significativamente por detrás. Esto sugiere que la "receta secreta" para el razonamiento de alto nivel y la auto-corrección en tareas de codificación complejas aún no ha sido completamente democratizada. No se trata solo de escalar el número de parámetros y la cantidad de datos, una estrategia en la que Meta ha destacado. Parece que las técnicas de ajuste fino, los datos de entrenamiento propietarios de alta calidad y las arquitecturas de aprendizaje por refuerzo específicas utilizadas por OpenAI y Anthropic juegan un papel crucial en este dominio.
Sin embargo, es importante añadir un matiz crucial a estas cifras espectaculares. El éxito en un benchmark no siempre se traduce directamente en una mayor productividad en el mundo real. Un estudio reciente de METR, que evaluó el impacto de los modelos de principios de 2025 en desarrolladores experimentados de código abierto, arrojó un resultado sorprendente: cuando se les permitió usar herramientas de IA, los desarrolladores tardaron un 19% más en completar sus tareas. Esto pone de manifiesto una paradoja: mientras que los modelos son cada vez más capaces de resolver problemas complejos de forma autónoma en un entorno controlado, su integración como asistentes para humanos en flujos de trabajo reales y desordenados todavía presenta desafíos. La brecha entre la capacidad autónoma y la utilidad colaborativa es una de las fronteras clave que deberán superarse en el camino hacia 2030.
La máquina de Euclides: el desafío del razonamiento matemático
Las matemáticas representan la cumbre del razonamiento abstracto y lógico, un lenguaje universal que describe desde la órbita de los planetas hasta el comportamiento de las partículas subatómicas. Para la inteligencia artificial, dominar las matemáticas no es solo un hito académico; es la prueba definitiva de su capacidad para ir más allá del simple reconocimiento de patrones y adentrarse en el terreno del razonamiento deductivo y la resolución de problemas en múltiples pasos. El informe de Epoch AI predice que para 2030, la IA será capaz de asistir a los matemáticos en la formalización de borradores de demostraciones, una tarea que requiere una profunda comprensión conceptual. El estado actual de la IA en este campo es un fascinante estudio de contrastes, revelando tanto un genio sorprendente como unas limitaciones profundas.
Esta dualidad se manifiesta de forma espectacular al comparar el rendimiento de los modelos en dos tipos de competiciones matemáticas de alto nivel: la AIME (American Invitational Mathematics Examination) y la USAMO (United States of America Mathematical Olympiad).
La AIME es una prueba de fuego para los estudiantes de secundaria más brillantes. Consta de 15 problemas complejos cuya respuesta es siempre un número entero entre 0 y 999. Aunque llegar a la solución requiere un ingenio considerable, el objetivo final es un resultado numérico verificable. En este terreno, los modelos de IA de frontera no solo han alcanzado el nivel humano, sino que lo han superado de forma aplastante.
Rango | Modelo | Desarrollador | Precisión (%) |
---|---|---|---|
1 | GPT-5 | OpenAI | 93.4 |
2 | GPT OSS 120B | OpenAI | 92.6 |
3 | GPT-5 Mini | OpenAI | 90.8 |
4 | Grok 4 | xAI | 90.6 |
5 | o3 Mini | OpenAI | 86.5 |
6 | Gemini 2.5 Pro Exp | 85.8 |
Los resultados del benchmark AIME 2025 son asombrosos. GPT-5 de OpenAI lidera con una precisión del 93.4%, prácticamente saturando la prueba. Le siguen de cerca su propia versión de código abierto, GPT OSS 120B, y el modelo Grok 4 de xAI, ambos por encima del 90%. Estos resultados indican que los modelos han desarrollado una poderosa intuición matemática. Al haber sido entrenados con vastos corpus de textos científicos y soluciones a problemas, han aprendido a reconocer patrones y a ejecutar secuencias de operaciones que, con alta probabilidad, conducen a la respuesta correcta. Son, en efecto, brillantes "matemáticos intuitivos", capaces de encontrar el camino correcto a través de un laberinto de posibilidades para llegar a un destino numérico.
Sin embargo, la historia cambia drásticamente cuando el desafío pasa de encontrar una respuesta a construir un argumento. La USAMO, a diferencia de la AIME, no pide un número, sino una demostración formal. Cada paso de la solución debe estar justificado por axiomas y teoremas previos, construyendo una cadena de razonamiento lógicamente impecable. Aquí es donde los modelos actuales se topan con un muro.
Un análisis exhaustivo de los modelos de vanguardia en los problemas de la USAMO 2025 revela una caída de rendimiento catastrófica. Mientras que en la AIME dominaban, en la USAMO la mayoría de los modelos obtienen una puntuación inferior al 5%. La única excepción notable es Gemini 2.5 Pro de Google, que logra alcanzar una puntuación no trivial del 25%, resolviendo correctamente algunos problemas, pero aun así muy lejos de un rendimiento robusto. Todos los demás, incluidos los campeones de la AIME, fracasan estrepitosamente.
Este contraste expone una verdad fundamental sobre la arquitectura actual de los grandes modelos de lenguaje. Su naturaleza probabilística, basada en predecir el siguiente token más plausible, es excelente para generar soluciones que "parecen" correctas y que a menudo lo son. Sin embargo, carecen de un motor de razonamiento simbólico y deductivo subyacente que pueda garantizar la validez lógica de cada paso en una demostración. Son brillantes matemáticos intuitivos, pero pésimos "lógicos rigurosos". Pueden tener una corazonada acertada sobre el resultado, pero son incapaces de articular un argumento irrefutable que lo demuestre.
La comunidad de investigación es plenamente consciente de esta limitación. En respuesta, se ha creado un nuevo y mucho más desafiante campo de pruebas: FrontierMath. Este benchmark, desarrollado por Epoch AI con el apoyo de OpenAI, consiste en cientos de problemas matemáticos de nivel experto, algunos de ellos inéditos y que requieren días de trabajo por parte de especialistas humanos. A diferencia de las pruebas anteriores, FrontierMath está diseñado para medir el tipo de razonamiento avanzado necesario para la investigación matemática real. Los modelos actuales resuelven menos del 2% de estos problemas, lo que demuestra la enorme brecha que aún queda por cerrar.
Este desafío, sin embargo, no es un punto final, sino el punto de partida para la próxima etapa de la investigación en IA. El camino hacia la predicción de Epoch AI, donde las máquinas asisten en la creación de demostraciones, pasa necesariamente por resolver el enigma del razonamiento formal. No bastará con escalar los modelos actuales; probablemente se requerirán nuevas arquitecturas que hibriden la intuición probabilística de los transformadores con la precisión lógica de los sistemas de razonamiento simbólico. La conquista de FrontierMath será la señal de que esa síntesis ha comenzado.
Descifrando el código de la vida: la IA en la biología molecular
Si las matemáticas son el reino de la abstracción pura, la biología molecular es el dominio de la complejidad física. Aquí, las reglas no son solo lógicas, sino también químicas y físicas. Las moléculas deben encajar en el espacio tridimensional, los enlaces deben tener longitudes y ángulos correctos, y las interacciones deben ser energéticamente favorables. Para que la inteligencia artificial tenga un impacto real en campos como el diseño de fármacos o la biotecnología, no basta con que procese texto; debe comprender y respetar estas restricciones del mundo físico. El informe de Epoch AI identifica la biología como un área clave para la transformación, prediciendo asistentes de IA capaces de responder preguntas complejas sobre protocolos de laboratorio para 2030.
El progreso en este campo se mide a través de benchmarks que reflejan los desafíos del mundo real de la investigación biológica. Dos de los más importantes son PoseBusters-v2, que aborda el problema del acoplamiento molecular, y ProtocolQA, que evalúa la comprensión de los procedimientos de laboratorio.
El "problema del acoplamiento" (docking) es fundamental en el descubrimiento de fármacos. Consiste en predecir cómo una pequeña molécula (un potencial fármaco) se unirá a una proteína diana en el cuerpo. Una predicción precisa de esta "pose" de unión es crucial para diseñar medicamentos eficaces y seguros. Durante años, la métrica principal para evaluar el éxito fue la Desviación Media Cuadrática (RMSD), que mide la diferencia geométrica entre la pose predicha y la real. Sin embargo, la comunidad científica se dio cuenta de un problema alarmante: muchos modelos de aprendizaje profundo estaban logrando puntuaciones de RMSD muy bajas, pero generando poses que eran físicamente imposibles. Las moléculas se interpenetraban, los enlaces se estiraban de forma inverosímil o los anillos aromáticos se doblaban de maneras que violaban las leyes de la química.
En respuesta, se creó el benchmark PoseBusters. Esta prueba va más allá de la simple geometría. Incluye una batería de controles de "plausibilidad física", asegurándose de que las predicciones sean químicamente coherentes y energéticamente viables. Los resultados iniciales en PoseBusters fueron una llamada de atención: muchos modelos de IA de primera generación, que parecían superar a las herramientas clásicas en RMSD, fallaban estrepitosamente en las pruebas de plausibilidad. Herramientas tradicionales como AutoDock Vina, aunque a veces menos precisas geométricamente, producían resultados mucho más realistas.
Esto ha impulsado una nueva ola de desarrollo en IA para la biología, una que se aleja de los modelos de lenguaje de propósito general para centrarse en arquitecturas especializadas que integran el conocimiento del dominio. Modelos como AlphaFold 3 de Google DeepMind o Uni-Mol Docking V2 han sido diseñados con estas restricciones físicas en mente. Los resultados más recientes muestran que estos sistemas especializados están empezando a obtener altas tasas de éxito no solo en la precisión geométrica, sino también en la crucial validación de PoseBusters. Esto ilustra una tendencia clave: el futuro de la IA científica no reside en un único modelo gigante que lo sabe todo, sino en una simbiosis entre los grandes modelos de lenguaje y sistemas expertos que codifican las leyes fundamentales de cada disciplina.
Mientras PoseBusters prueba la comprensión de la IA sobre los principios físicos, ProtocolQA evalúa su utilidad práctica como asistente de laboratorio. Los protocolos de laboratorio son recetas complejas y detalladas, llenas de pasos precisos, concentraciones químicas y equipos específicos. Un error en la interpretación de un protocolo puede costar semanas de trabajo y miles de dólares en reactivos. ProtocolQA presenta a los modelos de IA preguntas sobre estos protocolos, poniendo a prueba su capacidad para extraer información relevante, comprender secuencias de acciones y razonar sobre los procedimientos.
En este frente, el progreso ha sido vertiginoso. Investigaciones recientes que evalúan el rendimiento de los modelos de IA en ProtocolQA a lo largo del tiempo muestran una mejora de 2.3 veces en los últimos años. Los modelos de frontera más recientes, como los de la familia GPT-5 y Claude 4, están ahora acercándose al rendimiento de los expertos humanos en esta tarea. Este rápido avance respalda directamente la predicción de Epoch AI. La idea de un "copiloto" de IA en el laboratorio, capaz de responder preguntas, sugerir modificaciones a un protocolo o incluso detectar posibles errores antes de que ocurran, está pasando rápidamente del ámbito de la ciencia ficción al de la realidad inminente.
En conjunto, los avances en estos dos benchmarks pintan un cuadro claro del futuro de la IA en la biología. Por un lado, la necesidad de modelos especializados que respeten las leyes de la física impulsará el desarrollo de arquitecturas más sofisticadas. Por otro, la creciente capacidad de los modelos de lenguaje para comprender y razonar sobre procedimientos complejos los convertirá en herramientas indispensables para el día a día de los investigadores, automatizando tareas cognitivas y acelerando el ritmo del descubrimiento.
Los motores del crecimiento: superando los límites del escalado
La visión de Epoch AI para 2030, con sus asistentes científicos y sus avances transformadores, se sustenta en una premisa fundamental: la continuación de la tendencia de escalado. Sin embargo, esta trayectoria de crecimiento exponencial no está exenta de obstáculos. A medida que los modelos de IA se vuelven más grandes y poderosos, sus demandas de recursos crecen a un ritmo aún más vertiginoso, planteando interrogantes fundamentales sobre la sostenibilidad de este paradigma. El informe aborda de frente estos desafíos, analizando los cuatro posibles "muros" que podrían frenar el progreso: el coste, la energía, los datos y los algoritmos. Su conclusión es optimista: aunque los desafíos son monumentales, son fundamentalmente problemas de ingeniería y economía, no barreras físicas insuperables.
El primer y más evidente obstáculo es el coste. Las proyecciones son mareantes: para 2030, el coste de un único ciclo de entrenamiento para un modelo de IA de frontera podría superar los 100 mil millones de dólares. Esta cifra empequeñece la inversión en la mayoría de los megaproyectos científicos, como el Gran Colisionador de Hadrones. La pregunta es si tal inversión puede ser económicamente viable. El argumento de Epoch AI es que sí, bajo ciertas condiciones. Si los ingresos de los principales desarrolladores de IA continúan creciendo a las tasas recientes, que superan el 90% anual para compañías como OpenAI y Anthropic, sus finanzas podrían soportar tales desembolsos. La justificación última, sin embargo, reside en el valor que estos modelos pueden generar. Si la IA puede mejorar significativamente la productividad en una amplia gama de tareas laborales, su valor económico potencial podría ascender a billones de dólares, haciendo que una inversión de cientos de miles de millones parezca una apuesta razonable.
Estrechamente ligado al coste está el consumo de energía. El informe predice que para 2030, los clústeres de entrenamiento de IA de frontera requerirán una potencia eléctrica medida en gigavatios. Un solo gigavatio es la producción típica de una gran central nuclear. Suministrar esta cantidad de energía a un único centro de datos es un desafío logístico formidable. Sin embargo, el informe sugiere varias soluciones. La primera es la rápida expansión de fuentes de energía renovable, como la solar, acoplada a sistemas de almacenamiento en baterías a gran escala. Otra opción es la generación de energía in situ mediante gas natural, desconectada de la red principal. Además, una tendencia que ya está en marcha es la distribución geográfica del entrenamiento. En lugar de concentrar toda la potencia de cálculo en un solo lugar, las tareas se reparten entre múltiples centros de datos en diferentes regiones, lo que alivia la presión sobre cualquier infraestructura eléctrica local. El informe concluye que la energía es poco probable que sea un cuello de botella antes de 2028 y que parece un problema solucionable incluso después.
El tercer posible límite es la disponibilidad de datos. Los modelos de lenguaje aprenden de la vasta cantidad de texto e imágenes generados por humanos y disponibles en internet. ¿Qué pasará cuando los modelos hayan leído todo? El análisis de Epoch AI sugiere que las reservas de datos de texto públicos de alta calidad son suficientes para mantener el ritmo de escalado al menos hasta 2027. Más allá de esa fecha, la solución probablemente vendrá de los "datos sintéticos". Se trata de datos de alta calidad generados por otras IAs. Con la aparición de modelos de razonamiento avanzado, la utilidad y fiabilidad de estos datos sintéticos ha mejorado drásticamente. Experiencias como las de AlphaZero, que aprendió a dominar el ajedrez jugando contra sí mismo, demuestran el poder del auto-aprendizaje a partir de datos generados internamente.
Finalmente, está la cuestión de los algoritmos. ¿Podría el progreso futuro provenir de algoritmos más inteligentes y eficientes en lugar de simplemente más grandes y con más cómputo? El informe argumenta que esta no es una dicotomía real. La eficiencia algorítmica ya ha estado mejorando continuamente en paralelo con el crecimiento del cómputo. No hay una razón particular para esperar que el progreso algorítmico se acelere de repente de una manera que haga obsoleto el escalado. De hecho, es más probable que ocurra lo contrario: un avance algorítmico que haga el entrenamiento más eficiente probablemente incentivaría a los desarrolladores a usar aún más cómputo para entrenar modelos aún más grandes y capaces.
La magnitud de este escalado se puede apreciar mejor al comparar las cifras actuales con las proyecciones para 2030.
Recurso | Base (GPT-4, c. 2023) | Proyección (Modelo de frontera, 2030) |
---|---|---|
Cómputo de entrenamiento (FLOPs) | ~1025 | ~1029 |
Coste de inversión (clúster) | ~$1-10 mil millones de dólares | >$100 mil millones de dólares |
Requisito de potencia | ~Decenas de Megavatios | ~Múltiples Gigavatios |
Esta tabla ilustra un cambio fundamental en la naturaleza del desarrollo de la IA. Los principales desafíos están pasando de ser puramente técnicos y algorítmicos a ser logísticos, económicos y de infraestructura. La carrera por la inteligencia artificial avanzada se está convirtiendo en un desafío geopolítico y de política industrial, comparable en escala a la carrera espacial o al desarrollo de la energía nuclear. El liderazgo en la IA del futuro podría no depender tanto de quién tiene los investigadores más brillantes, sino de qué nación o corporación puede construir y sostener la cadena de suministro más masiva de cómputo, energía y capital.
La ciencia y la sociedad en la era de la inteligencia artificial avanzada
El viaje a través del informe de Epoch AI y el panorama actual de la inteligencia artificial nos deja con una imagen clara y contundente: estamos en la cúspide de una transformación fundamental en la forma en que se practica la ciencia. La trayectoria de escalado, a pesar de sus monumentales desafíos logísticos y económicos, parece sólida. Si esta tendencia se mantiene, la visión de 2030 no es una fantasía, sino un destino probable. Podemos esperar de forma realista que, para el final de esta década, los laboratorios de investigación de todo el mundo cuenten con asistentes de IA capaces de escribir software científico complejo, ayudar a formalizar ideas matemáticas abstractas y navegar por los intrincados protocolos de la biología experimental. Esta nueva era promete acelerar drásticamente el ritmo del descubrimiento.
Sin embargo, a medida que nos acercamos a este futuro, emerge una paradoja crucial, una tensión entre la productividad y la innovación. Diversos estudios sugieren que, si bien la IA aumenta espectacularmente la productividad de los científicos individuales (permitiéndoles publicar más artículos que reciben más citaciones y avanzar más rápido en sus carreras), puede, al mismo tiempo, contraer el enfoque de la ciencia en su conjunto. La IA, en su forma actual, sobresale en la optimización y aceleración del trabajo dentro de paradigmas ya establecidos y en campos ricos en datos. Es una herramienta sin igual para resolver problemas conocidos de manera más eficiente. No obstante, es menos claro que pueda catalizar la exploración de territorios científicos completamente nuevos o generar las ideas disruptivas que conducen a cambios de paradigma. Existe el riesgo de que, al confiar en una herramienta que se nutre de los datos existentes, reforcemos las corrientes de investigación dominantes y exploremos menos los caminos menos transitados, donde a menudo se encuentran los descubrimientos más revolucionarios.
Esta paradoja nos lleva a reflexionar sobre el futuro del propio científico. La llegada de la IA no anuncia la obsolescencia del investigador humano, sino una profunda redefinición de su papel. A medida que las máquinas se encarguen cada vez más de las tareas laboriosas y de uso intensivo de datos, como el análisis, la revisión de la literatura e incluso la generación de hipótesis preliminares, el valor del científico humano se desplazará hacia esferas que siguen siendo exclusivamente nuestras. La tarea del investigador del futuro será menos sobre la ejecución y más sobre la concepción. Se centrará en formular las preguntas correctas, aquellas que son audaces, creativas y significativas. Implicará ejercer un juicio crítico y una intuición profunda para guiar la exploración de la IA, discernir las señales del ruido y reconocer el verdadero potencial en los resultados generados por la máquina. Y, sobre todo, requerirá una supervisión ética constante, asegurando que estas poderosas herramientas se utilicen de manera responsable y para el beneficio de la humanidad.
En última instancia, la conclusión más profunda que se puede extraer es que la inteligencia artificial no es el nuevo científico, sino el instrumento científico definitivo. Al igual que el telescopio no reemplazó al astrónomo, sino que le permitió ver más lejos, y el microscopio no reemplazó al biólogo, sino que le permitió ver más profundo, la IA no reemplazará al científico, sino que le permitirá pensar más rápido, más ampliamente y de formas nuevas y colaborativas. El mayor desafío y la mayor oportunidad en el camino hacia 2030 no será simplemente construir máquinas más inteligentes, sino aprender a colaborar con estas nuevas formas de inteligencia. Se tratará de forjar una simbiosis entre la creatividad humana y el poder computacional de la máquina, no solo para resolver los problemas que ya conocemos, sino para empezar a formular las preguntas que hoy ni siquiera podemos imaginar.
Visualizaciones Interactivas de Datos
Los siguientes gráficos interactivos resumen visualmente los datos clave discutidos en este análisis. Puedes pasar el cursor sobre los elementos para ver los detalles específicos.
La Explosión Computacional
Hitos de la IA por Cómputo
Comparativa de Modelos de Lenguaje (MMLU)
Dominio de la Visión (ImageNet)
Proyección del Cómputo hacia 2030
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