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Yogi: el humanoide diseñado con proporciones de niño pequeño para conquistar hogares

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Yogi: el humanoide diseñado con proporciones de niño pequeño para conquistar hogares

Los hijos de Scott LaValley reaccionaron de maneras radicalmente opuestas a los robots que su padre diseñaba. Cuando veían a Atlas, el humanoide industrial de Boston Dynamics, sentían temor. Sus movimientos mecánicos, precisos pero impersonales, generaban desconfianza instintiva en los niños. Sin embargo, cuando LaValley pasó a dirigir el proyecto Baby Groot en Disney Imagineering, todo cambió. Los pequeños se enamoraron instantáneamente de aquel robot bípedo autónomo de 76 centímetros inspirado en el personaje de Guardianes de la Galaxia. Corrían hacia él. Querían abrazarlo. Esta dicotomía emocional plantó una semilla que germinaría años después en el desierto alto de Nevada, a una hora de Reno, donde LaValley fundó Cartwheel Robotics con una convicción incómoda para la industria: los humanoides más valiosos no serán aquellos que trabajan más duro, sino aquellos que la gente realmente quiera cerca.

Yogi, el prototipo estrella de Cartwheel, representa la antítesis filosófica de lo que empresas como Tesla, Boston Dynamics o Figure están construyendo. Mientras Elon Musk promete mil robots Optimus en fábricas para finales de 2025 y el sector entero apuesta por autómatas que optimicen líneas de producción, LaValley diseña un compañero doméstico con proporciones de niño pequeño, piel de silicona médica y ojos grandes y redondeados que evocan simultáneamente a Baymax de Big Hero 6 y Casper el Fantasma Amigable. No es casualidad. Cada decisión estética deriva de investigación sobre qué rasgos disparan empatía humana.

«Estos humanoides están construidos para ser herramientas. Carecen de personalidad. Son desalmados», afirma LaValley sin ambages. «Pero nosotros diseñamos un robot para que los humanos lo quieran en sus vidas cotidianas».

La apuesta suena ingenua hasta que consideras el currículo del fundador. Después de casi una década en Boston Dynamics trabajando en generaciones sucesivas de Atlas, LaValley pasó cinco años como principal imaginero en Disney, donde lideró proyectos de investigación y desarrollo avanzado. Ese híbrido de rigor ingenieril y narrativa emocional define ahora la estrategia de Cartwheel.

La compañía opera desde Fallon, Nevada, población 9,300 habitantes, pero acaba de iniciar expansión a Reno con construcción de instalaciones Oddie que estarán listas en enero de 2026. Humanoid Global Holdings, firma de inversión pública cotizando en OTCQB bajo ticker RBOHF, respalda financieramente el proyecto y reporta actualizaciones periódicas sobre avances técnicos.

Yogi no es simplemente un robot bonito. Su arquitectura técnica refleja obsesión por generar confianza táctil y presencia natural. La piel de silicona médica invita al contacto sin despertar rechazo visceral, mientras actuadores de alto torque con protección contra sobrecargas garantizan movimientos seguros y predecibles. El sistema modular de baterías intercambiables permite operación confiable durante jornadas extendidas sin puntos muertos frustrantes. La estructura esquelética hueca incorpora refrigeración integrada, solucionando uno de los problemas térmicos persistentes en robótica compacta. Con altura proyectada de poco más de tres pies en versión comercial, más de 50 grados de libertad articular permiten gestos expresivos que trascienden la mera funcionalidad.

Pero la innovación crucial reside en el software. Cartwheel está desarrollando lo que denomina Motion Language Model, un sistema generativo capaz de traducir instrucciones textuales en movimiento corporal completo. Videos recientes demuestran a Yogi bailando con fluidez inquietante, gesticulando mientras su torso se mueve con naturalidad orgánica que podría confundirse fácilmente con animación computarizada.

«Esto no es animación», aclara LaValley en publicaciones de LinkedIn. «Este es Yogi, nuestro humanoide, bailando en el mundo real». La distinción resulta crucial: en lugar de programar laboriosamente cada secuencia de movimiento, el modelo genera comportamientos únicos incluso bajo condiciones idénticas o con los mismos inputs.

Esteve Valls Mascaró, ingeniero senior de aprendizaje automático en la firma, explica que el MLM busca producir «comportamientos naturales, diversos y personalizados para Yogi», habilitando generación en tiempo real de movimientos dinámicos como volteretas, danzas y formas de caminar personalizadas que transmitan sentimientos. Esta capacidad de improvisación constituye precisamente lo que generaciones previas de robots sociales nunca lograron: novedad sostenida. Jibo, Anki Cozmo, Kuri y otros fracasos comerciales del pasado compartían problema común: después del encanto inicial, las interacciones se volvían repetitivas y predecibles, erosionando el vínculo emocional. LaValley ve en sistemas algorítmicos generativos la única vía plausible para mantener interacciones frescas indefinidamente.

Del prototipo a la producción: obstáculos tangibles

El camino desde concepto encantador hasta producto comercialmente viable está plagado de complejidad técnica brutal. Videos recientes muestran avances: hace dos semanas, LaValley compartió filmación de los pies de Yogi dando «primeros pasos», momento que calificó como hito enorme. La demostración más reciente exhibe torso superior danzando con control sofisticado. Sin embargo, ningún video hasta ahora muestra al robot completo navegando entornos autónomamente o ejecutando tareas físicas prácticas, que siguen siendo barreras críticas por superar.

Las proporciones de niño pequeño que generan ternura también imponen restricciones físicas severas. La locomoción bípeda estable en cuerpo compacto con centro de gravedad alto presenta desafíos de equilibrio dinámico que empresas con décadas de experiencia aún están perfeccionando. Añade imprevisibilidad de ambientes domésticos con niños, mascotas y objetos dispersos, y la complejidad se multiplica exponencialmente. LaValley no pretende tener respuestas completas. «Hay mucho por resolver», admite al medio IEEE Spectrum. «Este problema podría no solucionarse en el próximo año, o incluso cinco».

La estrategia de Cartwheel acepta esta realidad mediante enfoque escalonado. Speedy, prototipo paralelo menos complicado, funciona como plataforma comercial personalizable a corto plazo. Piensa algo como Baby Groot disponible en cualquier personaje que desees, abierto a empresas que no sean Disney. LaValley revela que una versión de Speedy con torso especial diseñado para «vestuario particular» se dirige próximamente a un cliente. Durante los próximos doce meses, variaciones de Speedy llegarán a museos y centros científicos, generando ingresos mientras Yogi madura tecnológicamente.

El modelo de negocio también está evolucionando. Para clientes corporativos, Cartwheel contempla robotics as a service con tarifas mensuales entre 2,000 y 3,000 dólares. Para hogares, donde ese monto resulta prohibitivo, exploran arrendamiento con precio objetivo cercano a 10,000 dólares. LaValley reconoce que un modelo único no sirve para todos los casos de uso. La compañía apunta a debut del prototipo completo caminando de Yogi en la Cumbre de Humanoides de diciembre de 2025 en Silicon Valley, evento que marcará primera demostración pública integral de las capacidades del sistema.

¿Compañeros mecánicos o aspiradoras con cara?

La pregunta fundamental que Cartwheel debe responder no es técnica sino existencial: ¿realmente queremos robots emocionales en nuestros hogares? La historia de robótica social está sembrada de cadáveres corporativos de startups que prometieron compañía sintética y entregaron juguetes costosos rápidamente relegados al olvido. Jibo recaudó millones, cautivó medios y murió. Anki quebró. Sony discontinuó Aibo. Cada fracaso confirmaba la sospecha de que humanos anhelan conexión auténtica, no simulacros algorítmicos por sofisticados que sean.

LaValley contraargumenta que tecnologías generativas cambian radicalmente la ecuación. Si Yogi puede efectivamente sorprender, adaptar respuestas y evolucionar comportamientos con fluidez genuina, podría esquivar la maldición de previsibilidad que condenó predecesores. Además, posiciona al robot no como sustituto de relaciones humanas sino como asistente útil que casualmente resulta adorable. «Queremos recalibrar expectativas de la gente sobre tecnología lista para usar, como un humanoide, para alinearlas más con lo que esperarías de tu cachorro cuando lo traes a casa», explica. Nadie compra perros porque ejecuten tareas con eficiencia; los compramos por compañía imperfecta, impredecible y genuinamente afectuosa.

Shahab Samimi, CEO de Humanoid Global, argumenta que Cartwheel está «ayudando a avanzar el campo desde experimentación mecánica hacia interacción humana práctica». Con equipo que ha contribuido a varias generaciones de sistemas humanoides, cree que la firma está bien posicionada para moldear la próxima era, «trayendo robótica a hogares, lugares de trabajo y entretenimiento». La compañía inició ronda de financiamiento semilla para financiar ingeniería, producción de hardware y desarrollo continuo de pila completa, señalando ambición seria más allá de demostraciones tecnológicas.

Sin embargo, escepticismo persiste justificadamente. Tesla prometió mil Optimus en fábricas para finales de año y encontró obstáculos. Boston Dynamics perfeccionó locomoción durante dos décadas antes de comercializar Spot. Figure recaudó cientos de millones para humanoides industriales respaldados por OpenAI.

El consenso industrial sigue siendo que utilidad práctica en contextos controlados antecederá adopción doméstica por años, quizás décadas. Cartwheel apuesta contrario: que conexión emocional puede compensar limitaciones funcionales iniciales, que la gente tolerará torpeza en robot adorable más tiempo del que toleraría mediocridad en herramienta desalmada.

Cuando Yogi dé sus primeros pasos completos en diciembre, sabremos si un humanoide con proporciones de niño pequeño y movimientos generados por algoritmos puede efectivamente despertar el tipo de afecto duradero que LaValley persigue. Mientras tanto, en el desierto de Nevada, ingenieros continúan programando no funciones sino personalidad, intentando resolver el enigma que ha eludido a la industria desde su inicio: cómo construir máquinas que la gente no solo use, sino que realmente quiera conocer.

Referencias:

  • Young, Chris. «Upcoming ‘Yogi’ humanoid robot to focus on human connections.» Interesting Engineering, 17 de octubre de 2025. https://interestingengineering.com/innovation/cartwheel-robotics-humanoid-robot-yogi
  • Ackerman, Evan. «Cartwheel Robotics’ Social Humanoid for the Home.» IEEE Spectrum, 13 de mayo de 2025.
  • «Humanoid Global Reports Progress on Cartwheel Robotics’ Flagship Humanoid Yogi.» Globe Newswire, 16 de octubre de 2025.
  • «Cartwheel Robotics Shows Off Eerily Smooth, AI-Generated Robot Motion.» Humanoids Daily, 2 de octubre de 2025.
  • «Industry Insights: Cartwheel Robotics is Building a Humanoid That Grows With You.» Automate.org, 2025.
  • Kalil, Mike. «Cartwheel Robotics Unveils Cartoon-like Yogi Humanoid Robot.» Mike Kalil Blog, octubre de 2025.
  • Sitio oficial: cartwheelrobotics.com

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