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Cuando la inteligencia artificial descifra antibióticos en meses en lugar de años

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Cuando la inteligencia artificial descifra antibióticos en meses en lugar de años

Para pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal, los antibióticos representan un arma de doble filo desconcertante. Los fármacos de amplio espectro prescritos frecuentemente para brotes intestinales aniquilan microbios beneficiosos junto con patógenos, empeorando síntomas con el tiempo. Cuando se combate inflamación intestinal, no siempre conviene traer un martillo demoledor a una pelea que requiere precisión quirúrgica. Investigadores del Laboratorio de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial del MIT y la Universidad McMaster acaban de reportar el descubrimiento de un compuesto que adopta un enfoque radicalmente más selectivo.

La molécula, denominada enterololina, suprime un grupo específico de bacterias vinculadas a brotes de enfermedad de Crohn mientras deja intacto el resto del microbioma. Lo extraordinario no es solo el compuesto sino cómo los científicos mapearon su mecanismo de acción: usando un modelo generativo de inteligencia artificial, aceleraron un proceso que normalmente consume años a apenas seis meses.

El hallazgo, publicado recientemente, surge de una colaboración que integra sistemáticamente herramientas computacionales avanzadas en pipelines experimentales tradicionales. Jon Stokes, profesor asistente de bioquímica y ciencias biomédicas en McMaster y afiliado de investigación en la Clínica Abdul Latif Jameel para Aprendizaje Automático en Salud del MIT, articula el desafío central con claridad: el problema no es encontrar moléculas que maten bacterias en una placa de Petri, capacidad dominada durante décadas, sino descubrir qué hacen realmente esas moléculas dentro de las bacterias. Sin esa comprensión detallada, resulta imposible desarrollar antibióticos en etapa temprana hasta convertirlos en terapias seguras y efectivas para pacientes.

La enterololina representa un avance hacia antibióticos de precisión: tratamientos diseñados para eliminar únicamente las bacterias causantes de problemas específicos. En modelos murinos de inflamación similar a Crohn, el fármaco se enfocó en Escherichia coli, bacteria intestinal que puede exacerbar brotes, mientras dejaba intactos a la mayoría de los otros residentes microbianos.

Los ratones tratados con enterololina se recuperaron más rápido y mantuvieron microbiomas más saludables que aquellos tratados con vancomicina, un antibiótico común de amplio espectro. Este resultado valida la hipótesis central: es posible diseñar antimicrobianos que distingan entre habitantes beneficiosos y patógenos dentro del ecosistema intestinal complejo.

La arquitectura del descubrimiento: cuando los algoritmos predicen biología molecular

Determinar el mecanismo de acción de un fármaco, el objetivo molecular al que se une dentro de células bacterianas, normalmente requiere años de experimentos meticulosos. El laboratorio de Stokes descubrió la enterololina usando un enfoque de screening de alto rendimiento, pero determinar su objetivo habría sido el cuello de botella que retrasaría el desarrollo clínico indefinidamente. Aquí, el equipo recurrió a DiffDock, un modelo generativo de inteligencia artificial desarrollado en el MIT por el estudiante de doctorado Gabriele Corso y la profesora Regina Barzilay.

DiffDock fue diseñado para predecir cómo las moléculas pequeñas encajan en los bolsillos de unión de proteínas, un problema notoriamente difícil en biología estructural. Los algoritmos tradicionales de acoplamiento molecular buscan a través de posibles orientaciones usando reglas de puntuación, frecuentemente produciendo resultados ruidosos con falsos positivos abundantes. DiffDock reformula el acoplamiento como problema de razonamiento probabilístico: un modelo de difusión refina iterativamente conjeturas hasta converger en el modo de unión más probable.

En solo un par de minutos, el modelo predijo que la enterololina se une a un complejo proteico llamado LolCDE, esencial para transportar lipoproteínas en ciertas bacterias. Esa fue una pista concreta que podría guiar experimentos en lugar de reemplazarlos, distinción crucial que separa la inteligencia artificial útil de la sobrevalorada. Barzilay, quien también codirige la Clínica Jameel, enfatiza que DiffDock no intenta sustituir la validación experimental sino acelerarla dramáticamente al reducir el espacio de búsqueda de hipótesis plausibles.

El grupo de Stokes sometió esa predicción a prueba rigurosa mediante múltiples líneas de evidencia convergente. Usando las predicciones algorítmicas como GPS experimental, primero evolucionaron mutantes de E. coli resistentes a enterololina en el laboratorio.

Los cambios en el ADN de los mutantes mapearon precisamente a lolCDE, exactamente donde DiffDock había predicho que la enterololina se uniría. También realizaron secuenciación de ARN para identificar qué genes bacterianos se activaban o desactivaban cuando se exponían al fármaco, además de usar CRISPR para silenciar selectivamente la expresión del objetivo esperado. Todos estos experimentos revelaron disrupciones en vías vinculadas al transporte de lipoproteínas, exactamente lo que DiffDock había predicho.

Cuando el modelo computacional y los datos de laboratorio húmedo apuntan al mismo mecanismo, es cuando se empieza a creer que se ha descubierto algo genuino. Esta convergencia de evidencia computacional y experimental proporciona confianza que ninguna línea de investigación aislada podría ofrecer. La predicción algorítmica gana credibilidad cuando la biología molecular la confirma independientemente; los datos experimentales ganan interpretación mecanística cuando la modelación estructural ofrece explicaciones coherentes.

Acelerando el cuello de botella crítico del desarrollo farmacológico

El proyecto destaca un cambio fundamental en cómo se usa la inteligencia artificial en ciencias de la vida. Mucho del uso de IA en descubrimiento de fármacos ha sido sobre explorar el espacio químico, identificando nuevas moléculas que podrían ser activas contra objetivos conocidos. Lo que este trabajo demuestra es que la IA también puede proporcionar explicaciones mecanísticas, críticas para mover una molécula a través del pipeline de desarrollo hacia ensayos clínicos y eventualmente aprobación regulatoria.

Esa distinción importa profundamente porque los estudios de mecanismo de acción son frecuentemente un paso limitante en el desarrollo farmacológico. Los enfoques tradicionales pueden tomar de dieciocho meses a dos años o más, costando millones de dólares en experimentos de validación, cristalografía de proteínas y estudios de mutagénesis dirigida. En este caso, el equipo MIT-McMaster redujo la línea temporal a aproximadamente seis meses, a una fracción del costo. Esta aceleración no es marginal sino transformadora: permite iterar sobre múltiples candidatos en el tiempo que tradicionalmente se requeriría para caracterizar uno solo.

La enterololina aún está en etapas tempranas de desarrollo, pero la traducción clínica ya está en marcha. Stoked Bio, la empresa derivada de Stokes, ha licenciado el compuesto y está optimizando sus propiedades farmacocinéticas y farmacodinámicas para uso humano potencial. El trabajo temprano también explora derivados de la molécula contra otros patógenos resistentes, como Klebsiella pneumoniae, bacteria oportunista que causa infecciones nosocomiales graves y que ha desarrollado resistencia a múltiples clases de antibióticos. Si todo avanza favorablemente, ensayos clínicos podrían comenzar dentro de los próximos años.

Los investigadores también ven implicaciones más amplias que trascienden este compuesto específico. Los antibióticos de espectro estrecho han sido buscados durante mucho tiempo como forma de tratar infecciones sin daño colateral al microbioma, pero han sido difíciles de descubrir y validar porque requieren comprensión detallada de qué bacterias eliminar y cuáles preservar. Herramientas de IA como DiffDock podrían hacer ese proceso más práctico, habilitando rápidamente una nueva generación de antimicrobianos dirigidos que actúan como francotiradores moleculares en lugar de bombardeos de saturación.

Para pacientes con Crohn y otras condiciones inflamatorias intestinales, la perspectiva de un fármaco que reduzca síntomas sin desestabilizar el microbioma podría significar mejora sustancial en calidad de vida. Las enfermedades inflamatorias intestinales afectan a millones de personas globalmente, causando dolor crónico, malabsorción de nutrientes, fatiga debilitante y riesgo aumentado de cáncer colorrectal. Los tratamientos actuales incluyen inmunosupresores potentes con efectos secundarios significativos y antibióticos de amplio espectro que, como se mencionó, pueden empeorar la disbiosis intestinal que contribuye a la inflamación crónica.

La crisis silenciosa de resistencia antimicrobiana y el prometedor contrataque computacional

El contexto más amplio del descubrimiento es la crisis global de resistencia antimicrobiana, amenaza que la Organización Mundial de la Salud ha identificado como una de las diez principales que enfrenta la humanidad. Cada año, infecciones resistentes a fármacos causan cientos de miles de muertes directamente atribuibles, con proyecciones sugiriendo que para 2050 podrían superar al cáncer como causa principal de mortalidad si las tendencias actuales continúan sin intervención dramática.

Los antibióticos de amplio espectro, aunque efectivos contra rangos amplios de patógenos, ejercen presión selectiva masiva sobre comunidades microbianas, promoviendo evolución de resistencia y destruyendo microbiomas beneficiosos que constituyen primera línea de defensa inmunológica. Cada dosis de antibiótico de amplio espectro es un evento evolutivo que favorece supervivencia de bacterias con mecanismos de resistencia, ya sean bombas de eflujo que expulsan el fármaco, enzimas que lo degradan, o mutaciones en el sitio objetivo que impiden su unión.

Los antibióticos de espectro estrecho como enterololina ofrecen alternativa que podría mitigar ambos problemas simultáneamente: reducir presión selectiva al afectar solo poblaciones bacterianas específicas y preservar diversidad microbiana que protege contra colonización patógena. Esta estrategia de conservación ecológica microbiana representa cambio filosófico profundo desde matar todo lo que se mueva hacia eliminar selectivamente amenazas mientras se mantiene el equilibrio del ecosistema.

El enfoque de Stokes de integrar screening experimental de alto rendimiento con caracterización mecanística acelerada por IA representa cambio de paradigma en cómo se descubren y desarrollan antimicrobianos. Tradicionalmente, el descubrimiento de antibióticos se basaba en screening de productos naturales de microorganismos del suelo, enfoque que produjo la mayoría de los antibióticos clínicos actuales pero que ha rendido rendimientos decrecientes en décadas recientes a medida que las moléculas más obvias fueron descubiertas. Los enfoques computacionales modernos permiten explorar espacios químicos sintéticos vastos inaccesibles mediante métodos tradicionales.

La validación independiente del trabajo por parte de expertos globales subraya su significancia. Yves Brun, profesor en la Universidad de Montreal, señaló que la IA se está convirtiendo en herramienta importante en la lucha contra bacterias resistentes, y que este estudio usa combinación poderosa y elegante de métodos de IA para determinar el mecanismo de acción. Michael Lobritz, director global de enfermedades infecciosas en Roche, agregó que el matrimonio de enfoques clásicos con técnicas de datos avanzadas promete aumentar el ritmo de desarrollo de antibióticos. Mark Brönstrup, del Centro Helmholtz para Investigación de Infecciones, observó que el estudio tiene potencial de acelerar un paso crucial y frecuentemente consumidor de tiempo en el descubrimiento de fármacos.

Lo que emociona particularmente a Stokes no es solo este compuesto específico, sino la idea de que la elucidación del mecanismo de acción puede hacerse más rápidamente con la combinación correcta de IA, intuición humana y experimentos de laboratorio. Eso tiene el potencial de cambiar cómo se aborda el descubrimiento de fármacos para muchas enfermedades, no solo Crohn o infecciones bacterianas, sino también cáncer, enfermedades neurodegenerativas, trastornos metabólicos y cualquier condición donde comprender cómo una molécula interactúa con su objetivo biológico sea crítico para desarrollo terapéutico.

Esta visión apunta hacia futuro donde la inteligencia artificial no reemplaza sino que amplifica capacidades humanas en investigación biomédica. Los algoritmos generan hipótesis y predicciones a velocidades imposibles para investigadores humanos trabajando manualmente, explorando millones de conformaciones moleculares y modos de unión en minutos.

Pero la validación experimental, la interpretación contextual, el diseño de experimentos controles apropiados y el juicio científico sobre qué hipótesis perseguir permanecen dominios donde la experiencia humana resulta insustituible. La sinergia entre capacidades computacionales y experimentales crea posibilidades que ninguna aproximación aislada podría alcanzar.

El código de DiffDock está disponible abiertamente en GitHub, democratización computacional que permite a cualquier laboratorio con competencias técnicas apropiadas usar la herramienta sin barreras de entrada más allá de expertise y acceso a infraestructura computacional. Los datos de secuenciación del estudio fueron depositados en repositorios públicos, práctica de ciencia abierta que facilita reproducibilidad y permite a investigadores globales construir sobre los hallazgos.

Esta apertura contrasta favorablemente con tradiciones de secretismo en investigación farmacéutica impulsada comercialmente, señalando que al menos en ciertos dominios académicos, la colaboración abierta puede acelerar progreso científico más efectivamente que competencia cerrada.

Vivimos en un momento peculiar donde las capacidades de procesamiento de información artificial están convergiendo con décadas de conocimiento acumulado sobre biología molecular, cristalografía de proteínas y química medicinal. Esta convergencia crea oportunidades sin precedentes para acelerar descubrimientos que podrían salvar millones de vidas. La enterololina es un ejemplo, un compuesto entre muchos candidatos potenciales, pero la metodología que permitió su rápida caracterización es el verdadero avance transformador.

Cuando herramientas como DiffDock se vuelvan rutinarias en laboratorios de todo el mundo, cuando la predicción computacional de interacciones moleculares sea tan estándar como la secuenciación de ADN es hoy, entonces habremos cruzado un umbral hacia nueva era de medicina de precisión donde los fármacos se diseñan racionalmente para objetivos específicos en lugar de descubrirse serendípicamente y caracterizarse laboriosamente durante años.

Ese futuro no está completamente aquí todavía, pero el trabajo de Corso, Barzilay, Stokes y sus colegas nos acerca tangiblemente a él, un antibiótico selectivo y seis meses ahorrados a la vez.

Referencias:

https://www.nature.com/nmicrobiol/

https://github.com/gcorso/DiffDock

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