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El espejo de la IA: Lo que el uso de ChatGPT revela sobre la humanidad

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El espejo de la IA: Lo que el uso de ChatGPT revela sobre la humanidad

La nueva frontera: un viaje al corazón de la inteligencia artificial y cómo está cambiando nuestras vidas

En el vasto universo de la tecnología, pocas innovaciones han irrumpido con la fuerza y la omnipresencia de la inteligencia artificial generativa. Como un eco del monolito de Kubrick en 2001: Una odisea del espacio, su aparición ha marcado un antes y un después, un punto de inflexión que redefine nuestra relación con las máquinas y, en última instancia, con nosotros mismos. En el epicentro de esta revolución se encuentra ChatGPT, una herramienta que ha trascendido los confines de los laboratorios de investigación para instalarse en millones de hogares, oficinas y aulas de todo el mundo. Su capacidad para conversar, crear, analizar y asistir ha desatado un torbellino de entusiasmo, debate y, sobre todo, una profunda curiosidad. ¿Cómo estamos utilizando realmente esta poderosa tecnología? ¿Qué nos dice su adopción masiva sobre nuestras necesidades, nuestros trabajos y nuestra sociedad?

Para responder a estas preguntas, un equipo de investigadores de la Universidad de Duke, la Universidad de Harvard y OpenAI se embarcó en un estudio sin precedentes, el más grande hasta la fecha sobre el uso de ChatGPT. Sus hallazgos, recogidos en un exhaustivo documento de trabajo del National Bureau of Economic Research, nos ofrecen una radiografía detallada y fascinante de los primeros compases de esta nueva era. Este artículo se sumerge en las profundidades de esa investigación para desentrañar los patrones, las tendencias y las sorpresas que revela, traduciendo el rigor de los datos en una narrativa accesible para todos aquellos que, con o sin conocimientos técnicos, intuyen que estamos ante algo verdaderamente transformador.

Antes de adentrarnos en los resultados del estudio, es fundamental comprender, aunque sea a grandes rasgos, qué es ChatGPT y cómo funciona. En su núcleo reside un Modelo Lingüístico Grande, o LLM por sus siglas en inglés, un tipo de inteligencia artificial que ha sido entrenada con una cantidad ingente de texto e información. Imagínese una biblioteca que contiene miles de millones de libros, artículos y páginas web. Un LLM no solo ha «leído» todo ese material, sino que ha aprendido a reconocer los patrones, las conexiones y las estructuras del lenguaje humano. Este proceso de aprendizaje se divide en dos fases principales. La primera, conocida como «preentrenamiento», consiste en enseñarle al modelo a predecir la siguiente palabra en una secuencia. Es un ejercicio de probabilidad a una escala monumental que le permite construir una representación interna del mundo basada en el texto que ha procesado. La segunda fase, o «postentrenamiento», es donde se refina el modelo para que sea útil y seguro para los usuarios. Aquí, se le entrena con ejemplos de conversaciones y se utilizan técnicas de aprendizaje por refuerzo, a menudo con la ayuda de evaluadores humanos, para enseñarle a seguir instrucciones, a responder preguntas de manera coherente y a evitar generar contenido dañino o inapropiado.

El resultado de este complejo proceso es un sistema capaz de generar texto que, en muchas ocasiones, es indistinguible del que escribiría un ser humano. Pero ChatGPT es mucho más que un «loro estadístico», una etiqueta que a veces se le ha atribuido de forma simplista. Su capacidad para comprender el contexto, para razonar sobre la información y para adaptar su estilo y su tono lo convierten en una herramienta de una versatilidad asombrosa. Y es precisamente esa versatilidad la que el estudio se propone analizar, clasificando los miles de millones de interacciones que los usuarios tienen con la plataforma.

La investigación utiliza una metodología innovadora y respetuosa con la privacidad. En lugar de que los investigadores lean las conversaciones de los usuarios, se emplearon clasificadores automatizados, es decir, otros modelos de inteligencia artificial, para categorizar los mensajes. Estos clasificadores fueron entrenados para identificar diferentes aspectos de las interacciones, como si el uso está relacionado con el trabajo o no, el tema de la conversación, la intención del usuario e incluso la actividad laboral específica que se está realizando, utilizando para ello el O*NET, un detallado catálogo de ocupaciones del Departamento de Trabajo de Estados Unidos. Este enfoque no solo garantiza la confidencialidad de los datos, sino que permite analizar un volumen de información que sería inmanejable para un equipo de seres humanos.

Los hallazgos del estudio son tan reveladores como sorprendentes. Uno de los primeros datos que llama la atención es el crecimiento exponencial de la plataforma. En julio de 2025, ChatGPT contaba con más de 700 millones de usuarios semanales, lo que representa aproximadamente el 10% de la población adulta mundial, un ritmo de difusión sin precedentes para una nueva tecnología. Pero más allá de las cifras de adopción, lo verdaderamente interesante es quiénes son esos usuarios y cómo están evolucionando sus patrones de uso. Aunque en sus inicios la plataforma atrajo a un público predominantemente masculino, la brecha de género se ha reducido drásticamente con el tiempo, hasta prácticamente desaparecer. Del mismo modo, aunque los países de ingresos altos lideraron la adopción inicial, el crecimiento en los últimos tiempos ha sido mucho más rápido en las naciones de ingresos bajos y medios, lo que sugiere una democratización del acceso a esta tecnología.

Quizás la dicotomía más explorada en el estudio es la que divide el uso de ChatGPT entre el ámbito laboral y el personal. Contrariamente a la percepción general de que estas herramientas son principalmente un motor de productividad profesional, la investigación revela que el uso no relacionado con el trabajo no solo es mayoritario, sino que está creciendo a un ritmo más acelerado. En julio de 2025, alrededor del 70% de las conversaciones con ChatGPT eran de carácter personal. Esto no significa que su impacto en el mundo laboral sea menor, sino que su valor se extiende mucho más allá de la oficina, permeando nuestras vidas cotidianas de formas que apenas empezamos a comprender.

Para entender mejor en qué consisten estos usos, el estudio clasifica las conversaciones en diferentes temas. Lejos de las fantasías de ciencia ficción sobre compañeros sentimentales virtuales o genios de la programación, los usos más comunes son profundamente prácticos. Casi el 80% de las interacciones se agrupan en tres grandes categorías: «Orientación práctica», que incluye desde tutorías y consejos sobre cómo realizar una tarea hasta la generación de ideas creativas; «Búsqueda de información», un uso que compite directamente con los motores de búsqueda tradicionales; y «Escritura», que abarca desde la redacción de correos electrónicos y documentos hasta la edición, el resumen o la traducción de textos. Esta última categoría, la escritura, se erige como la aplicación estrella en el entorno laboral, lo que pone de manifiesto una de las capacidades más singulares de la IA generativa: su habilidad para producir resultados digitales complejos, no solo para encontrar información.

Otra de las aportaciones más novedosas del estudio es la creación de una taxonomía para clasificar la intención del usuario. ¿Qué buscamos cuando interactuamos con ChatGPT? Los investigadores proponen tres categorías: «Preguntar», «Hacer» y «Expresar». «Preguntar» se refiere a la búsqueda de información o consejo para tomar mejores decisiones. «Hacer» implica solicitar a la IA que realice una tarea concreta, como escribir un código o redactar un informe. «Expresar» engloba las interacciones de carácter más social o emocional, sin un objetivo práctico inmediato. Los resultados muestran un equilibrio fascinante: un 49% de los mensajes son para «Preguntar», un 40% para «Hacer» y un 11% para «Expresar». Es más, el uso de ChatGPT como consejero o asesor («Preguntar») está creciendo más rápidamente y recibe valoraciones más positivas por parte de los usuarios que su uso como mero ejecutor de tareas («Hacer»). Esto sugiere que el verdadero valor de estas herramientas podría residir no tanto en la automatización del trabajo, sino en el aumento de nuestras propias capacidades cognitivas y de toma de decisiones.

Finalmente, el estudio se adentra en el impacto de ChatGPT en el mundo del trabajo, analizando cómo varía su uso en función del nivel educativo y la ocupación de los usuarios. Los datos son claros: las personas con mayor formación y aquellas que desempeñan trabajos profesionales altamente remunerados son más propensas a utilizar la herramienta para fines laborales. Además, estos perfiles tienden a usar ChatGPT más para «Preguntar» que para «Hacer», reforzando la idea de que la IA se está convirtiendo en un copiloto intelectual para los trabajadores del conocimiento. El análisis detallado por ocupaciones revela patrones de uso muy especializados: los profesionales de la gestión y los negocios lo utilizan principalmente para la escritura, mientras que los programadores y los ingenieros recurren a él en busca de ayuda técnica. Sin embargo, a pesar de estas diferencias, hay un denominador común: en casi todas las profesiones, las actividades más frecuentes están relacionadas con la obtención de información, la toma de decisiones y la resolución de problemas.

Este primer gran mapa del universo ChatGPT nos ofrece una visión panorámica de un territorio en plena expansión. Nos muestra una tecnología que se está integrando en el tejido de nuestras vidas a una velocidad de vértigo, una herramienta que nos ayuda a redactar un correo electrónico, a planificar nuestras vacaciones, a aprender una nueva habilidad o a tomar una decisión importante. Lejos de ser una tecnología de nicho para expertos, se está convirtiendo en una utilidad universal, un compañero versátil que se adapta a nuestras necesidades y que está redefiniendo los límites entre lo humano y lo artificial. Acompáñenos en este recorrido detallado por los hallazgos del estudio, una exploración que nos permitirá comprender no solo cómo estamos usando ChatGPT, sino también cómo esta tecnología nos está cambiando.

Usuarios activos semanales de ChatGPT en planes para consumidores (Free, Plus, Pro), que se muestran como puntos en el tiempo instantáneas cada seis meses, de noviembre de 2022 a septiembre de 2025.

El amanecer de una nueva era tecnológica

El 30 de noviembre de 2022, sin grandes anuncios ni fanfarrias, OpenAI lanzó al público una «vista previa de investigación» de un nuevo chatbot llamado ChatGPT. En tan solo cinco días, había superado el millón de usuarios registrados. Un año después, la cifra ascendía a más de 100 millones de usuarios activos semanales. Y para finales de julio de 2025, el número había escalado hasta los 700 millones, un volumen de personas que equivale a casi el diez por ciento de la población adulta del planeta. Este crecimiento, que desafía cualquier precedente histórico en la adopción de nuevas tecnologías, no es solo una anécdota estadística; es el testimonio de una necesidad latente, de un anhelo colectivo por una forma más natural e intuitiva de interactuar con el mundo digital.

La difusión de ChatGPT ha sido un fenómeno global, pero no uniforme. El estudio revela una dinámica de adopción fascinante que desmiente algunas de las narrativas más pesimistas sobre la brecha digital. Si bien es cierto que los primeros en adoptar la tecnología se concentraron en los países de ingresos más altos, el panorama ha cambiado radicalmente en poco tiempo. Durante el último año, las tasas de crecimiento en los países de ingresos bajos y medios han superado con creces a las de las economías más desarrolladas. Este dato sugiere que la inteligencia artificial generativa, lejos de ser un lujo para unos pocos, tiene el potencial de convertirse en una herramienta de alcance universal, capaz de sortear barreras económicas y geográficas.

Igualmente revelador es el análisis demográfico de los usuarios. En los meses posteriores a su lanzamiento, el perfil del usuario típico de ChatGPT era abrumadoramente masculino. Sin embargo, esta tendencia se ha revertido de manera espectacular. A medida que la herramienta se ha popularizado y sus aplicaciones se han diversificado, la base de usuarios se ha equilibrado. En junio de 2025, el porcentaje de usuarios con nombres típicamente femeninos superaba ligeramente al de nombres masculinos, una señal inequívoca de que la plataforma ha logrado atraer a un público amplio y diverso. Este cierre de la brecha de género es una noticia esperanzadora, pues indica que los beneficios de esta tecnología no se están concentrando en un único segmento de la población.

El estudio también pone de manifiesto una brecha generacional, aunque esta también parece estar evolucionando. Casi la mitad de todos los mensajes enviados a ChatGPT por adultos provienen de usuarios menores de 26 años. Los jóvenes, nativos de un mundo digital, han abrazado la herramienta con un entusiasmo y una naturalidad arrolladores, integrándola en sus estudios, sus aficiones y sus interacciones sociales. Sin embargo, el crecimiento en el uso no se limita a este grupo de edad. Cohorte tras cohorte de nuevos usuarios, de todas las edades, no solo se suman a la plataforma, sino que incrementan su uso con el tiempo. Este patrón sugiere un doble efecto: por un lado, las continuas mejoras en las capacidades de los modelos hacen que la herramienta sea cada vez más útil; por otro, los propios usuarios van descubriendo progresivamente nuevas formas de sacarle partido, en un proceso de aprendizaje y exploración mutuos. La inteligencia artificial no es una herramienta estática; es un ecosistema en constante evolución, y nosotros, como usuarios, somos parte activa de esa transformación.

¿Trabajo o placer? descifrando los usos de ChatGPT

El debate sobre el impacto de la inteligencia artificial ha estado dominado, casi por completo, por su potencial para transformar el mundo laboral. Se han escrito innumerables artículos sobre la automatización de tareas, el aumento de la productividad y el futuro de las profesiones. Sin embargo, el estudio de OpenAI y las universidades de Duke y Harvard nos obliga a ampliar nuestra perspectiva. La investigación revela un hecho sorprendente: la mayor parte del tiempo que pasamos conversando con ChatGPT no tiene nada que ver con nuestro empleo. En julio de 2025, el 70% de los miles de millones de mensajes que se procesaban a diario correspondían a usos personales, no profesionales.

Esta distinción entre el uso laboral y el no laboral es una de las claves del estudio. Para llevarla a cabo, los investigadores entrenaron a un modelo de IA para que clasificara cada mensaje en una de estas dos categorías. Los resultados son contundentes. Aunque tanto el uso profesional como el personal han crecido de forma sostenida, este último lo ha hecho a un ritmo significativamente más rápido. En junio de 2024, el porcentaje de mensajes no relacionados con el trabajo era del 53%; un año después, había ascendido al 73%. Este cambio no se debe a que los nuevos usuarios utilicen la herramienta de forma diferente a los veteranos. De hecho, el estudio demuestra que incluso los primeros en adoptar la tecnología, que inicialmente la usaban más para el trabajo, han ido transitando hacia un uso más personal con el tiempo.

¿Qué nos dice esta tendencia? En primer lugar, que el valor económico de la inteligencia artificial generativa no se puede medir únicamente a través de métricas de productividad laboral. El concepto de «producción doméstica» cobra aquí una nueva dimensión. Las tareas que realizamos fuera del horario de oficina, desde planificar un menú semanal hasta ayudar a nuestros hijos con los deberes, pasando por organizar un viaje o aprender a tocar un instrumento, también tienen un valor económico y social inmenso. ChatGPT se ha convertido en un asistente para la vida cotidiana, una herramienta que nos ayuda a gestionar la complejidad de nuestro día a día, a ahorrar tiempo y a tomar mejores decisiones en el ámbito personal. Este «excedente del consumidor», como lo denominan los economistas, representa una aportación a nuestro bienestar que a menudo pasa desapercibida en los análisis económicos tradicionales.

En segundo lugar, la prevalencia del uso personal nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la tecnología. ChatGPT no es solo una herramienta de trabajo; es una herramienta de conocimiento, de creatividad y de exploración. Su éxito reside en su capacidad para responder a una de las necesidades humanas más fundamentales: la curiosidad. La utilizamos para aprender sobre temas que nos interesan, para explorar nuevas ideas, para jugar con el lenguaje o simplemente para satisfacer una pregunta que nos asalta en un momento dado. Esta dimensión lúdica y exploratoria es esencial para entender su atractivo masivo.

Por supuesto, esto no resta importancia a su impacto en el mundo profesional. El 30% de uso laboral representa un volumen de actividad enorme, con implicaciones profundas para la productividad y la organización del trabajo. Como veremos más adelante, ChatGPT se está convirtiendo en un compañero indispensable para muchos profesionales, especialmente en aquellos sectores intensivos en conocimiento. La cuestión no es si la IA es una herramienta para el trabajo o para el ocio, sino cómo está difuminando las fronteras entre ambos. Al fin y al cabo, una habilidad aprendida en nuestro tiempo libre puede ser útil en nuestro trabajo, y una idea creativa surgida en una conversación personal puede inspirar un nuevo proyecto profesional. La inteligencia artificial, en este sentido, no solo está cambiando lo que hacemos, sino también cómo pensamos sobre las diferentes facetas de nuestra vida.

Desglose de los recursos compartidos de temas de conversación granulares. Cada contenedor informa un porcentaje de la población total. Las acciones se calculan a partir de una muestra de aproximadamente 1,1 millones de conversaciones muestreadas del 15 de mayo de 2024 hasta el 26 de junio de 2025.

Un espejo de nuestras necesidades: los temas de conversación con la IA

Si pudiéramos asomarnos al vasto océano de conversaciones que los seres humanos mantienen con ChatGPT, ¿qué encontraríamos? ¿Diálogos filosóficos sobre el sentido de la vida? ¿Intrincadas sesiones de programación para crear la próxima aplicación revolucionaria? ¿Confesiones íntimas en busca de un oído amigo? La realidad, según desvela el estudio, es mucho más pragmática y, en cierto modo, mucho más humana. La inmensa mayoría de nuestras interacciones con esta inteligencia artificial giran en torno a la resolución de problemas cotidianos, la búsqueda de conocimiento práctico y el arte de la comunicación.

Para poner orden en esta inmensidad de datos, los investigadores desarrollaron una clasificación de 24 categorías de conversación, que luego agruparon en siete grandes temas. Los resultados de este análisis dibujan un mapa claro de nuestras prioridades cuando recurrimos a la IA. Tres temas dominan el paisaje de forma abrumadora, sumando casi el 78% del total de las conversaciones:

El tema más frecuente es la Orientación práctica. Esta categoría es un cajón de sastre de la vida moderna. Incluye desde pedirle a ChatGPT que actúe como un tutor personal para explicar un concepto matemático complejo, hasta solicitarle consejos paso a paso sobre cómo montar un mueble o reparar un grifo que gotea. También abarca la búsqueda de inspiración para proyectos creativos, la planificación de rutinas de ejercicio o la obtención de consejos sobre bienestar y cuidado personal. En esencia, hemos convertido a ChatGPT en un experto universal, un oráculo al que acudimos en busca de una guía personalizada para navegar por los pequeños y grandes desafíos de nuestro día a día. Dentro de esta categoría, destaca el uso educativo: el 10% de todos los mensajes son peticiones de tutoría o enseñanza, lo que confirma el enorme potencial de la IA como herramienta de aprendizaje a lo largo de la vida.

En segundo lugar, encontramos la Escritura. Esta es, sin duda, una de las superpotencias de los modelos de lenguaje. La utilizamos para que nos ayude a redactar un correo electrónico delicado a nuestro jefe, para pulir un trabajo académico, para traducir un texto a otro idioma o para resumir un artículo largo y denso. Curiosamente, el estudio revela que la mayoría de las veces no le pedimos que cree texto desde cero. Alrededor de dos tercios de las conversaciones sobre escritura consisten en modificar, editar o mejorar un texto que nosotros mismos hemos proporcionado. Esto sugiere que no estamos delegando por completo nuestra capacidad de escribir, sino que estamos utilizando la IA como un colaborador, un editor incansable que nos ayuda a expresar nuestras ideas con mayor claridad y eficacia. En el ámbito profesional, la escritura es la reina indiscutible, representando el 40% de todos los mensajes relacionados con el trabajo.

El tercer gran tema es la Búsqueda de información. En este terreno, ChatGPT compite directamente con los motores de búsqueda como Google. Le preguntamos por datos concretos, por la biografía de un personaje histórico, por los últimos acontecimientos de actualidad o por una receta de cocina. La diferencia fundamental con la búsqueda tradicional es la naturaleza conversacional de la interacción. En lugar de recibir una lista de enlaces, obtenemos una respuesta directa y sintetizada, que podemos refinar con preguntas adicionales. Es un cambio de paradigma que transforma la búsqueda de información en un diálogo, una forma más natural y eficiente de acceder al conocimiento.

Estos tres gigantes –orientación práctica, escritura y búsqueda de información– eclipsan a otros usos que, aunque presentes, ocupan un lugar mucho más modesto. La Ayuda técnica, que incluye la programación informática, los cálculos matemáticos y el análisis de datos, representa solo alrededor del 5% del uso total. Este dato contrasta con la percepción de que la IA generativa es principalmente una herramienta para desarrolladores y analistas. Si bien su impacto en estos campos es innegable, su uso por parte del público general es mucho más amplio y variado.

Otro dato que llama la atención es la escasa proporción de conversaciones dedicadas a la Autoexpresión, que engloba temas como las relaciones personales, la reflexión íntima o los juegos de rol. A pesar del debate mediático sobre la posibilidad de que las IAs se conviertan en compañeros sentimentales o terapeutas virtuales, la realidad es que solo un 1.9% de los mensajes versan sobre relaciones y reflexiones personales. Parece que, por el momento, la mayoría de nosotros seguimos prefiriendo la conexión humana para las cuestiones del corazón.

En definitiva, el análisis de los temas de conversación nos devuelve una imagen de nosotros mismos como seres eminentemente prácticos. Utilizamos la inteligencia artificial no tanto para explorar los límites de la conciencia o para evadirnos de la realidad, sino para resolver los problemas concretos que nos plantea la vida. Buscamos conocimiento útil, herramientas para comunicarnos mejor y soluciones eficientes para nuestras tareas cotidianas. En este sentido, ChatGPT se ha convertido en un espejo de nuestras necesidades, un reflejo de nuestra búsqueda constante por comprender y mejorar el mundo que nos rodea.

Preguntar, hacer, expresar: las intenciones detrás del prompt

Más allá de los temas sobre los que conversamos con la inteligencia artificial, es fundamental comprender qué es lo que buscamos obtener con esas interacciones. ¿Le pedimos que nos ilumine con su conocimiento, que ejecute una tarea por nosotros o simplemente buscamos una forma de expresión? Para arrojar luz sobre esta cuestión, los autores del estudio proponen una clasificación original y reveladora que divide las intenciones de los usuarios en tres categorías: «Preguntar», «Hacer» y «Expresar». Esta taxonomía nos ofrece una nueva lente a través de la cual analizar nuestra relación con la IA, y los resultados son, una vez más, sorprendentes.

La categoría de Preguntar se refiere a todas aquellas interacciones en las que el usuario busca información, consejo o conocimiento con el fin de tomar una decisión mejor informada. Es el uso de la IA como un asesor, un consultor o un copiloto intelectual. Cuando le preguntamos a ChatGPT «¿cuáles son las ventajas y desventajas de invertir en energía solar?» o «¿qué estrategia de marketing me recomiendas para mi pequeña empresa?», estamos utilizando la herramienta para «Preguntar». Esta categoría representa el 49% del total de mensajes, convirtiéndose en la intención más frecuente. Este dato es de una importancia capital, ya que sugiere que el principal valor que los usuarios perciben en ChatGPT no es tanto su capacidad para hacer cosas por ellos, sino su capacidad para ayudarles a pensar mejor.

La segunda categoría es Hacer. Aquí se engloban las peticiones para que la IA realice una tarea concreta y produzca un resultado tangible. «Redacta un informe sobre las ventas del último trimestre», «escribe el código en Python para una función que calcule la media de una lista» o «crea una imagen de un astronauta montando a caballo en Marte» son ejemplos claros de «Hacer». Esta es la faceta de la IA como herramienta de producción, como un trabajador digital que ejecuta nuestras órdenes. Representa el 40% de las conversaciones, una cifra muy significativa pero inferior a la de «Preguntar». Dentro del ámbito laboral, la proporción se invierte: «Hacer» se convierte en la intención dominante, especialmente en tareas relacionadas con la escritura y la generación de contenido.

Finalmente, la categoría de Expresar recoge las interacciones que no buscan ni información ni la ejecución de una tarea. Son conversaciones de carácter más social, emocional o lúdico, como un simple saludo, una reflexión personal o la propuesta de un juego de rol. Este tipo de uso, aunque minoritario, representa un 11% del total, lo que indica que una parte de los usuarios sí busca en la IA una forma de interacción que va más allá de lo puramente funcional.

Lo más interesante de esta clasificación no es solo la fotografía fija que nos ofrece, sino la película de su evolución en el tiempo. El estudio muestra que el uso de ChatGPT para «Preguntar» ha crecido a un ritmo más rápido que el de «Hacer» durante el último año. Además, las interacciones clasificadas como «Preguntar» reciben sistemáticamente valoraciones de calidad más altas por parte de los usuarios. Estos dos hechos combinados apuntan a una conclusión clara: a medida que nos familiarizamos con la tecnología, empezamos a valorar más su capacidad para aumentar nuestra inteligencia que su habilidad para automatizar nuestro trabajo.

Este hallazgo tiene profundas implicaciones para el futuro de la inteligencia artificial y su integración en la sociedad. La narrativa dominante sobre la IA a menudo se centra en la sustitución de la mano de obra humana. Sin embargo, este estudio sugiere que el modelo más plausible podría ser el de la colaboración. La IA no sería tanto un sustituto de los trabajadores como una herramienta que potencia sus capacidades, un «copiloto» que les ayuda a analizar información, a explorar diferentes escenarios y a tomar decisiones más acertadas. Este enfoque, centrado en el aumento de las capacidades humanas, es mucho más optimista y abre un abanico de posibilidades fascinantes para el futuro del trabajo y la educación. La era de la inteligencia artificial podría ser, en última instancia, la era del pensamiento asistido.

La IA en el mundo laboral: un análisis por ocupación y educación

El impacto de la inteligencia artificial en el mercado de trabajo es, quizás, el tema que genera más interés y preocupación. El estudio ofrece un análisis detallado de cómo el uso de ChatGPT varía en función del nivel educativo y la profesión de los usuarios, proporcionando pistas valiosas sobre quiénes están adoptando esta tecnología y para qué la están utilizando en su día a día laboral. Para ello, los investigadores recurrieron a una metodología especialmente cuidadosa con la privacidad, utilizando una «sala limpia de datos» que permitía cruzar la información de uso de ChatGPT con datos demográficos y profesionales agregados, sin que los investigadores tuvieran acceso a los datos individuales de ningún usuario.

Los resultados confirman una tendencia clara: el uso de ChatGPT con fines profesionales es significativamente mayor entre los trabajadores con un nivel educativo más alto. Un 37% de los mensajes de los usuarios sin estudios universitarios están relacionados con el trabajo, una cifra que asciende al 46% para aquellos con un título de grado y al 48% para los que tienen estudios de posgrado. Esta correlación entre educación y uso profesional de la IA es lógica: los trabajos que requieren un mayor nivel de formación suelen ser más intensivos en conocimiento, y es precisamente en la gestión de la información y la toma de decisiones donde ChatGPT demuestra ser más valioso.

La misma tendencia se observa al analizar el uso por tipo de ocupación. Los profesionales de sectores como la informática, la ingeniería, la ciencia, la gestión y los negocios utilizan ChatGPT para el trabajo con mucha más frecuencia que los trabajadores de ocupaciones no profesionales, como las administrativas, los servicios o los trabajos manuales. Por ejemplo, el 57% de los mensajes de los usuarios que trabajan en el sector informático son de carácter laboral, frente al 40% de los trabajadores no profesionales.

Pero el análisis no se queda en la cantidad de uso, sino que profundiza en la calidad y la naturaleza del mismo. Al aplicar la taxonomía «Preguntar/Hacer/Expresar» al ámbito laboral, emerge un patrón fascinante. Los profesionales altamente cualificados, especialmente los de los campos científico y técnico, tienden a utilizar ChatGPT más para «Preguntar» que para «Hacer». El 47% de los mensajes de trabajo de un informático son para buscar consejo o información, mientras que en las ocupaciones no profesionales esta cifra baja al 32%. Esto refuerza la idea de la IA como un «copiloto» intelectual. Los trabajadores del conocimiento no le piden a la IA que haga su trabajo por ellos, sino que la utilizan como una fuente de consulta experta, un asistente de investigación que les ayuda a resolver problemas complejos.

Por supuesto, los patrones de uso varían significativamente de una profesión a otra, reflejando las tareas y habilidades específicas de cada campo. La Escritura es la actividad dominante para los directivos y empresarios, que la utilizan para redactar informes, propuestas y comunicaciones corporativas. La Ayuda técnica es, como era de esperar, el principal caso de uso para los informáticos y los ingenieros, que recurren a la IA para depurar código, entender conceptos de programación o resolver problemas técnicos.

Sin embargo, a pesar de estas diferencias, el estudio identifica un sorprendente núcleo común de actividades en casi todas las profesiones. Al mapear las conversaciones con el detallado sistema de clasificación de actividades laborales O*NET, los investigadores descubrieron que un puñado de tareas de alto nivel son las más frecuentes en un amplio abanico de ocupaciones. Actividades como «Tomar decisiones y resolver problemas», «Obtener información», «Documentar o registrar información» y «Pensar creativamente» aparecen sistemáticamente en los primeros puestos del ranking, desde la gestión empresarial hasta la sanidad o la educación.

Esta notable similitud sugiere que, más allá de las tareas específicas de cada puesto, la inteligencia artificial está impactando en un conjunto de habilidades transversales que son fundamentales en la economía del conocimiento. La capacidad de buscar, procesar y sintetizar información, de analizar problemas desde diferentes ángulos y de comunicar ideas de forma eficaz son competencias clave en el siglo XXI, y ChatGPT se está convirtiendo en una herramienta poderosa para desarrollarlas y potenciarlas. El futuro del trabajo no parece pasar tanto por la especialización en tareas repetitivas, que serán cada vez más automatizables, como por el dominio de estas habilidades cognitivas de orden superior, en colaboración con sistemas de inteligencia artificial cada vez más sofisticados.

GWA comparte 1,1 millones de mensajes de ChatGPT. Los mensajes se clasifican como pertenecientes a uno de los 332 O*NET IWAs, o Ambiguous usando el mensaje proporcionado en el Apéndice. A continuación, los IWA se agregaron a GWA utilizando la taxonomía de actividades laborales de O*NET. Ejemplo de mensaje del 15 de mayo de 2024 al 26 de junio, 2025. 

Navegando en el nuevo océano digital

El estudio sobre cómo la gente utiliza ChatGPT es mucho más que una simple recopilación de datos; es una ventana abierta a un cambio de paradigma, una brújula que nos ayuda a orientarnos en los albores de una nueva era tecnológica. Sus conclusiones, rigurosas y a menudo sorprendentes, nos invitan a una reflexión profunda sobre las implicaciones sociales, tecnológicas y científicas de la inteligencia artificial generativa.

Desde una perspectiva social, la investigación nos ofrece un mensaje de optimismo cauto. La rápida democratización de la herramienta, con un crecimiento acelerado en los países en desarrollo y el cierre de la brecha de género, sugiere que la IA tiene el potencial de ser una fuerza igualadora, no una herramienta que agudice las desigualdades existentes. El hecho de que una parte tan importante del uso sea de carácter personal y esté orientado al aprendizaje y la resolución de problemas cotidianos, apunta a un impacto positivo en el bienestar general y el desarrollo del capital humano a una escala global. Sin embargo, la correlación entre el nivel educativo y el uso profesional de la herramienta nos alerta sobre el riesgo de una nueva brecha digital, no ya basada en el acceso, sino en la capacidad de sacar el máximo provecho de estas tecnologías en el ámbito laboral. La alfabetización en inteligencia artificial se convertirá, sin duda, en una competencia esencial para la ciudadanía del siglo XXI.

En el plano tecnológico, el estudio nos enseña que el valor de la inteligencia artificial no reside únicamente en su capacidad para automatizar tareas, sino, y quizás de forma más significativa, en su potencial para aumentar la inteligencia humana. La prevalencia del uso de ChatGPT como un asesor o copiloto intelectual, especialmente entre los profesionales del conocimiento, redefine nuestra concepción de la herramienta. No es solo un ejecutor, es un colaborador. Este cambio de enfoque tiene implicaciones cruciales para el diseño y el desarrollo de futuros sistemas de IA. El objetivo no debe ser crear inteligencias artificiales que nos reemplacen, sino diseñar sistemas que se integren de forma fluida y eficaz en nuestros procesos de pensamiento, que nos ayuden a ser más creativos, más críticos y a tomar mejores decisiones. La simbiosis entre la inteligencia humana y la artificial es la verdadera frontera de la innovación.

Finalmente, desde el punto de vista científico, este trabajo representa un hito. Es la primera vez que se analiza con tal nivel de detalle y rigor un conjunto de datos de esta magnitud sobre la interacción entre humanos y una inteligencia artificial avanzada. La metodología empleada, que combina el análisis de datos masivos con técnicas de clasificación automatizada y un escrupuloso respeto por la privacidad, abre un nuevo campo de investigación en las ciencias sociales computacionales. Comprender cómo utilizamos estas tecnologías es el primer paso para poder anticipar su impacto, para diseñar políticas públicas adecuadas y para guiar su desarrollo de una manera ética y responsable. Este estudio no nos ofrece todas las respuestas, pero sí nos formula las preguntas correctas y nos proporciona las herramientas para empezar a contestarlas.

Nos encontramos, en definitiva, ante una tecnología de propósito general, cuyo impacto se sentirá en todos los ámbitos de la vida, de una forma similar a como lo hicieron la imprenta, la electricidad o internet. El viaje no ha hecho más que empezar. Las conversaciones que hoy mantenemos con ChatGPT son solo los primeros balbuceos de un diálogo que promete ser largo y fascinante. Un diálogo que nos obligará a repensar qué significa trabajar, qué significa aprender y, en última instancia, qué significa ser humano en un mundo cada vez más entrelazado con la inteligencia de las máquinas.

Fuentes

Chatterji, Aaron, Thomas Cunningham, David J. Deming, Zoe Hitzig, Christopher Ong, Carl Yan Shan, and Kevin Wadman. «How People Use ChatGPT.» NBER Working Paper No. 34255, September 2025.

OpenAI. «How people are using ChatGPT.» OpenAI Blog, 15 de septiembre de 2025. https://openai.com/index/how-people-are-using-chatgpt/

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